JUNTAS, PERO NO REVUELTAS

Quizás sea éste un modo sencillo de decir lo que expresó el Concilio Ecuménico de Calcedonia, del año 451, a propósito de la divinidad y la humanidad de Cristo, en la unidad de una sola Persona: “Siguiendo, pues, a los Santos Padres, enseñamos unánimemente que hay que confesar a un solo y mismo Hijo y Señor nuestro Jesucristo: perfecto en la divinidad, y perfecto en la humanidad; verdaderamente Dios y verdaderamente hombre compuesto de alma racional y cuerpo; consubstancial con el Padre según la divinidad, y consubstancial con nosotros según la humanidad, «en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado» (Hebreos 4, 15); nacido del Padre antes de todos los siglos según la divinidad; y por nosotros y por nuestra salvación, nacido en los últimos tiempos de la Virgen María, la Madre de Dios, según la humanidad. Se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Señor, Hijo único en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación. La diferencia de naturalezas de ningún modo queda suprimida por su unión, sino que quedan a salvo las propiedades de cada una de las naturalezas y confluyen en un solo sujeto y en una sola persona”.

            A este propósito enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 464): “El acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo de Dios, no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. Él se hizo verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente Dios. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. La Iglesia debió defender y aclarar esta verdad de fe durante los primeros siglos frente a unas herejías que la falseaban”.

            Las primeras herejías (el docetismo de los gnósticos) negaban que Jesucristo tuviera una humanidad verdadera. La fe cristiana defendió desde los tiempos apostólicos la verdadera encarnación del Hijo de Dios. Más adelante el Concilio de Nicea, del año 325, aclaró la divinidad de Cristo, frente al error de Arrio que afirmaba que sólo era una criatura de Dios. Después apareció la herejía de Nestorio, que separaba en Jesucristo la divinidad de la humanidad, afirmando en Cristo dos personas distintas, en lugar de la única Persona divina. Por esta razón, Nestorio llamaba a la Virgen Madre de Cristo, pero no Madre de Dios: la consideraba Madre de la persona humana de Cristo, pero no del Verbo divino. El Concilio de Éfeso (año 431) afirmó que María es verdaderamente Madre de Dios, por serlo de su humanidad, inseparablemente unida a la Persona del Verbo. Más tarde los monofisitas negaron la humanidad, al sostener sólo la realidad de la naturaleza divina. El quinto Concilio ecuménico de Constantinopla, del año 553, reafirmó la plena unión de las dos naturalezas en la única Persona de Cristo: “El que ha sido crucificado en la carne, nuestro Señor Jesucristo, es verdaderamente Dios, Señor de la gloria y uno de la Santísima Trinidad”.

            “La Iglesia confiesa así que Jesús es inseparablemente verdadero Dios y verdadero hombre. Él es verdaderamente el Hijo de Dios que se ha hecho hombre, nuestro hermano, y eso sin dejar de ser Dios, nuestro Señor” (Catecismo…, n. 469).

            En la unión misteriosa de la Encarnación “la naturaleza humana ha sido asumida, no absorbida” (Conc. VATICANO II. Const. Gaudium et spes, n. 22). Jesucristo tiene un cuerpo humano, y también un alma humana con su inteligencia y su voluntad. Y a la vez “la naturaleza humana de Cristo pertenece propiamente a la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido. Todo lo que es y hace en ella pertenece a «uno de la Trinidad». El Hijo de Dios comunica, pues, a su humanidad su propio modo personal de existir en la Trinidad. Así, en su alma como en su cuerpo, Cristo expresa humanamente las costumbres divinas de la Trinidad (cf Juan 14, 9-10)” (Catecismo…, n. 470). Dios se ha acercado estrechamente a nosotros, nos ha tendido su mano para salvarnos. “El Hijo de Dios (…) trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nació de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros” (Conc. VATICANO II, Ibidem).

            El alma humana de Jesucristo estuvo dotada de un verdadero conocimiento humano: limitado y progresivo en el espacio y en el tiempo. Ese conocimiento expresaba la vida divina de su persona; por él conocía íntimamente al Padre y también los pensamientos del corazón de los hombres. Su voluntad humana se ajustó siempre perfectamente a la voluntad divina, con toda libertad. Su cuerpo era concreto y limitado: por eso se puede representar la faz humana de Jesús en las imágenes sagradas, y adorar a través de ellas a su Persona divina. “Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: «El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gálatas 2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano” (Catecismo…, n. 478).

Rafael María de Balbín (rbalbin19@gmail.com)

RELATO SOBRE EL ESTADO DE ALARMA

Si estuviéramos en circunstancias normales y el gobierno aplicara las normas contra la corrupción que figuran en sus manuales de ética, el delegado del gobierno de la CAM y Fernando Simón habrían sido destituidos y la señorita Lastra desautorizada. 

Con independencia de que las investigaciones tengan o no visos de prosperar, se  irían por el mero hecho de ser investigados. Pero estamos en una situación tan perversa que el destituido ha sido el coronel Pérez de los Cobos, y el dimitido el teniente general Laurentino Ceña. La gestión del estado de alarma ha llevado a que los judicialmente sospechosos de haber contribuido a difundir por negligencia la pandemia sigan en sus puestos y los encargados de mantener la seguridad jurídica, en cuya impoluta biografía no es necesario insistir por haberla reconocido el propio ministro, dejen los suyos por cumplir su función. Si la medicina aplicada a Rajoy por una frase interpolada en una sentencia se aplicara ahora, el gobierno en bloque dimitiría. Ya sabemos que no va a ocurrir. Más bien al contrario, cuanto más arrecia el viento, más se ajusta el gobierno el abrigo al cuerpo.

Comenzó a descentrar el eje de rotación para llegar a este mundo al revés, cuando Sánchez llamó aliados a los enemigos del ordenamiento que lo legitima como jefe del ejecutivo y trató como enemiga irreconciliable a la leal oposición. Desde la declaración del estado de alarma el rumbo de la excentricidad se ha acelerado para extraviar su paralaje. Ha convertido en norma el desafío continuo al ordenamiento. Entregado al desenfreno para satisfacer el ansia de poder que subordina las decisiones a las condiciones impuestas por sus socios anómalos, el gobierno se ve forzado a tapar los excesos con nuevos excesos. El desvío de poder lo encubre la incesante campaña propagandística que presenta, como ingrediente de la nueva normalidad, recurrir a la colaboración de los anticonstitucionales.

Ya no es solo el Manual de resistencia lo que hace preocupante la situación. En ninguna parte está escrito que haya obligación de resistir pasándose al bando enemigo. Consecuencia del rumbo emprendido, cuantos más esfuerzos por taparlos, más motivos de descrédito aparecen. Cuantos más motivos, más forzados al juego de camuflar la realidad inconfesable bajo la fabricación de apariencias. Cuantas más prórrogas, más se resiente el ordenamiento democrático. Cuanto más se sofoca el control democrático, más alto el tono del “resistiré” gubernamental. Debilitado por las alianzas, criticado por sus aliados, el menguante respaldo parlamentario del gobierno, cautivo de exigencias inaceptables derivadas de los pactos inconfesables con sus socios, más se ve dispuesto a forzar los fundamentos de la legalidad democrática. 

El golpe de mano para prescindir del coronel López de los Cobos y colocar en su lugar a un afín, es el nuevo paso de este inquietante desafío. La embestida del toro rejoneado es la más imprevisible y dañina. Tiene que trocar en fortaleza la causa de su debilidad para aguantar ante el burladero. El gobierno es un astado señalado por las banderillas de la justicia. Dispuesto a lo que sea para mantenerse, lo seguro es que arreciará en sus embestidas. Y como el gobierno es una coalición en la que cada parte depende de la otra, es un cálculo ilusorio esperar que pueda erosionarse. Iglesias se abrazará a Sánchez y Sánchez abrazará a Iglesias con más intensidad si cabe. En estas calendas ya es indiferente cual sea el desenlace de las investigaciones en curso. Hay que temer más al interés que los aglutina y al contagio de intenciones para perdurar. Si Iglesias menosprecia una constitución que no responde a las “bases materiales de las bases sociales”, el manual de resistencia puede reemplazarse por un plan de derribo de la alternancia que va pergeñándose en los recovecos de la Moncloa. La alianza con el independentismo a través de Podemos puede ir tan lejos como a ambos les interese para permanecer.

Durante la sucesión de estados de alarma se han tejido sin disimulos los mimbres anticonstitucionales de los que depende la inestabilidad gubernamental. Ahora son recursos que aseguran la permanencia de este equilibrio inestable. Las decisiones sanitarias adoptadas han ido a la par de la geometría variable administrada para neutralizar cualquier posibilidad de control de la oposición. Lo grave no fue que lo excepcional se hiciese normal, sino que la aplicación del ordenamiento legal haya servido de cauce a la arbitrariedad jurídica. Lo más preocupante hoy no son los intentos para traspasar líneas rojas o negras, sino el descaro con que se hace. Bajo la cobertura de medidas de salud se ha construido un relato paralelo para desactivar a la oposición democrática: no son los socios del gobierno los que lo acosan. Es una oposición desleal la que obliga al gobierno a echarse en manos de los acosadores.

Para contrarrestar la progresiva desafección provocada por una gestión negligente, el gobierno encargó a su central un relato alternativo que ya presenta al ciudadano contagiado por el virus propagandístico. El golpe de mano de Marlaska para destituir al coronel muestra que están dispuestos a ir tan lejos en cada circunstancia como sea preciso para situar a la oposición en el espacio más reducido posible. Ahora, el voto negativo del PP es una traición de una derecha desleal y desnortada que hace depender la salud de los españoles de la colaboración del gobierno con los antiespañoles. Aunque un cuento chino fuera más creíble, la insidia muestra por donde van los tiros cuando es necesario. Lo más peligroso es que define un plan de acoso y derribo de la alternancia para mantener a largo plazo las alianzas de la investidura. Ahora Sánchez e Iglesias van unidos por el mismo lazo. Quiera o no quiera, Vox hace de tonto útil en este relato. Es un espantajo que necesitan airear los confabulados para hacer más creíble su patraña.

¿POR QUÉ UN DIOS-HOMBRE?

Ésta es la pregunta que se hace San Anselmo de Canterbury, dando con ella título a una de sus obras más conocidas, acerca de la Encarnación del Hijo de Dios y de la Redención de los hombres. 

Los teólogos se han preguntado a menudo sobre las razones y la conveniencia de la Encarnación, y se han planteado si ésta hubiera tenido lugar en el caso de que el hombre no hubiera pecado, en razón de la plenitud y reinado de Jesucristo sobre toda la creación. De todos modos esto no hace sino proponer un supuesto hipotético, ya que de hecho e históricamente el hombre pecó. Podemos conocer con certeza lo que ocurrió, no tanto lo que hubiera ocurrido en el caso de que no hubiera acontecido una tal desgracia. Es lo que la fe cristiana confiesa con el Credo Niceno-Constantinopolitano: “Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre”. Se enuncia así, en pocas y directas palabras, el motivo principal de que el Hijo de Dios se haya hecho hombre.

            Podemos preguntarnos, más en detalle, por el significado de esta afirmación principal de la fe cristiana. Y responder que el Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos con Dios: “Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4, 10). Tal como comenta San Gregorio de Nisa: “Nuestra naturaleza enferma exigía ser sanada; desgarrada, ser restablecida; muerta, ser resucitada. Habíamos perdido la posesión del bien, era necesario que se nos devolviera. Encerrados en las tinieblas, hacía falta que nos llegara la luz; estando cautivos, esperábamos un salvador; prisioneros, un socorro; esclavos, un libertador” (Or. catech. 15).

            Hay otra razón de suma importancia: “El Verbo se encarnó para que conociésemos así el amor de Dios” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 458). Así lo expresa claramente el evangelista San Juan: “En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él” (1 Juan 4, 9); “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Juan 3, 16). Para persuadirnos del inmenso amor que Dios tiene por los hombres es muy importante reflexionar despacio en la realidad de la Encarnación y Redención. Dios nos ama, a cada uno de nosotros. No estamos solos. No estamos nunca dejados de la mano de Dios.

            Para nuestra búsqueda del bien necesitamos un paradigma, un ejemplar de vida virtuosa. Los hombres aprendemos no sólo escuchado o leyendo, sino sobre todo imitando. Y “El Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de santidad” (Catecismo…, n. 459). No sólo las palabras, sino la vida entera de Jesucristo es un ejemplo vivo: “Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11, 29); “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí” (Juan 14, 6). La ley nueva del amor a los demás por Dios, en una verdadera donación de sí, encuentra en Cristo su ejemplar: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Juan 15, 12).

            Con ello, además, nuestra condición humana es elevada hasta límites insospechados: el Verbo se encarnó para hacernos partícipes de la naturaleza divina” (2 Pedro 1, 4). Con expresión audaz dice San Atanasio: “Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios”. Y con no menos atrevimiento afirma Santo Tomás de Aquino esta sublime verdad: “El Hijo Unigénito de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres”. No es una divinización autosuficiente, soberbia, que el hombre pudiera llevar a cabo con sus solas fuerzas, sino una iniciativa de Dios a nuestro favor.

            Nos encontramos así ante un profundo misterio, que nos afecta en lo más vivo. San Juan (1, 14) lo expresa diciendo que “El Verbo se encarnó”. Y “la Iglesia llama «Encarnación» al hecho de que el Hijo de Dios haya asumido una naturaleza humana para llevar a cabo por ella nuestra salvación” (Catecismo…, n. 461). Tal como escribió San Pablo a los Filipenses (2, 5-8), siendo Dios se humilló tomando forma humana, obedeciendo el plan amoroso del Padre para nuestra redención hasta la muerte de cruz, y recibiendo en consecuencia la exaltación y el reinado sobre todo el universo.

La fe cristiana afirma que el Hijo de Dios se encarnó verdaderamente. Ello es un claro signo distintivo suyo: “Podéis conocer en esto el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios” (1 Juan 4, 2). Una de las primeras herejías fue el docetismo, que pretendía que la encarnación fue solamente aparente, como si su realidad desmereciera de la dignidad divina. Sin embargo el misterio, en toda su grandeza, nos manifiesta la realidad del amor del Dios-Hombre hacia nosotros.

LOS POLÍTICOS NO ESCAPAN A LA TERMODINÁMICA

Hace tiempo vengo pensando que la categoría humana e intelectual de nuestros políticos sigue las leyes de la Termodinámica aplicadas a la energía, que afirman que se degrada, no es que desaparezca no, sigue siendo cierto que ni se crea ni se destruye, pero cada vez es menos útil. La causa es la existencia de rozamientos e ineficiencias inevitables para poder utilizarla.

El otro día comentándolo con un amigo me decía “ no creas que son tan desastre como parecen seguro que tienen una gran capacidad lo que ocurre es que son asintomáticos”

No sé si todos y tampoco sé si ocurre lo mismo en otras naciones, pero en la nuestra es de una evidencia estremecedora.

Por eso sigo tratando de promover la idea de exigir a los políticos un cierto nivel intelectual y un mínimo de preparación. Creo incluso que deberían superar una especie de reválida. 

No me negarán que soy de un optimismo desbordante porque siendo ellos los que ponen las reglas de juego lo tengo crudo, como diría uno de mis nietos mayores. 

¿Por qué para hacer carreteras exigimos el título de Ingeniero de Caminos y la decisión de hacerlas o no depende de cualquier persona sin mas nivel que el de bachiller como ya ha ocurrido en esta España nuestra?

¿Ha revisado usted amigo mío los curricula del grupo de autoridades políticas que rige actualmente nuestros destinos? Si no lo ha hecho hágalo sentado y con algo reconfortante capaz de mantener el ánimo.

Claro así resulta que nuestro vicepresidente acusa a un líder de otro partido político de estar pensando en dar un “golpe de estado” y no es que su oponente haya hecho pública tal cosa por escrito o de palabra o en un ¨tweet¨ no, es que a él se le ha ocurrido que puede estar pensando eso. Con la misma base su interlocutor le podría haber respondido que seguramente él estaba maquinando repetir en España el episodio de las fosas de Katyn. Ah y a todo esto el presidente de la Comisión de Reconstrucción Social y Económica con sonrisa de Gioconda, leve pero indisimulada, parecía decirle al vice “no seas travieso, ¡ay que ver como eres!”. Como sería la cosa que horas después se disculpaba porque no había estado, según confesión propia, a la altura de las circunstancias. En esos casos D. Pachi lo que exige la decencia en aras de dignificar la política es presentar la dimisión “ipso facto”.

Pero claro como continúa en vigor el dicho “antes morir que dimitir” seguimos enfangando las instituciones.

Recientemente he visto, confieso que de refilón, a nuestro Vice comentar el gran acontecimiento de la concesión de la “renta mínima”. Esta vez el tono era más grandilocuente. El aire era como si el dinero lo pusiera él de su cuenta particular. Este es otro asunto que los españoles tampoco acertamos a enfocar debidamente. Los anglosajones, me parece a mi, tiene las ideas mas claras y enseguida hablan con bastante respeto del CONTRIBUYENTE así en mayúsculas, que es el pagano real de esa cuota y del sueldo del señor vicepresidente. 

Nada mas justo y necesario en este momento que afrontar las necesidades de esos españoles que tienen dificultades para alimentarse ellos y sus hijos, deberíamos volcarnos todos en resolver ese problema “cueste lo que cueste” pero nada mas miserable que tratar de sacar tajada política de esa situación y del esfuerzo de todos.

Dos cuestiones más: Los primeros responsables de que esta triste situación se resuelva son los políticos, los que vamos a pagar la cuenta, los ciudadanos.

Están obligados aquellos a explicar, para no hacer demagogia, qué gastos se van a reducir para obtener o mejorar los correspondientes ingresos. Si la solución es aumentar los impuestos, por lo menos, pónganse colorados de vergüenza y declárense incapaces de hacer las cosas bien en lugar de poner voz campanuda y echarse flores. Es lo justo y lo otro lo hace cualquiera.

EL AÑO 2020 TIENE NOMBRE

La venida de Jesucristo a la tierra dividió en dos la historia de la humanidad. Contamos los años, en casi la totalidad del planeta, según la cronología de antes de Cristo y después de Cristo. Su venida a la tierra constituye la plenitud de los tiempos, de la que habla el Nuevo Testamento. 

Por eso la celebración del nuevo milenio el año 2.000 no supuso un acontecimiento cosmogónico, ni un hito más en la evolutiva transformación del universo. Es la conmemoración de un hecho histórico, ocurrido hace dos milenios. Y pertenece no a los ciclos de la naturaleza sino al desenvolvimiento de los planes de Dios para la salvación de la humanidad. Los nombres que la Sagrada Escritura adjudica a Jesucristo nos permiten adentrarnos en el misterio de su Persona y de su misión.

            El primer nombre es el de Jesús, que quiere decir en hebreo «Dios salva». Es el nombre que el ángel Gabriel le dio como propio en el momento de la anunciación a María. En Jesús culminan los planes de salvación de Dios. La liberación de los israelitas por parte de Dios de la esclavitud de Egipto es figura de la definitiva y radical liberación del mayor de los males y origen de todos los demás, que es el pecado. Como el pecado es esencialmente una ofensa a Dios, sólo Él puede perdonarlo (cf. Salmo 51). Jesús el salvador de todos los hombres, es quien libera de todo pecado. De tal modo que “no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Hechos de los Apóstoles 4, 12). A través de la humanidad de Jesús  “estaba Dios reconciliando al mundo consigo” (2 Corintios 5, 19). “La resurrección de Jesús glorifica el nombre de Dios Salvador (cf Juan 12, 28) porque de ahora en adelante, el Nombre de Jesús es el que manifiesta en plenitud el poder soberano del «Nombre que está sobre todo nombre» (Filipenses 2, 9). Los espíritus malignos temen su Nombre (cf Hechos 16, 16-18) y en su nombre los discípulos de Jesús hacen milagros (cf Marcos 16, 17) porque todo lo que piden al Padre en su Nombre, Él se lo concede (cf Juan 15, 16)” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 434).

            El nombre de Cristo procede de la palabra griega que traduce el término hebreo Mesías, que quiere decir ungido. En el Israel de la Antigua Alianza eran ungidos los que habían de cumplir una especial misión divina: los reyes, los sacerdotes y los profetas. Esta triple misión la desempeñó en plenitud Cristo, a quien ungió el Espíritu del Señor (cf Isaías11, 2). Éste fue el anuncio del ángel a los pastores de Belén: “Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor” (Lucas 2, 11). “Su eterna consagración mesiánica fue revelada en el tiempo de su vida terrena, en el momento de su bautismo por Juan, cuando «Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder» (Hechos 10, 38) «para que él fuese manifestado a Israel» (Juan 1, 31) como su Mesías. Sus obras y sus palabras lo dieron a conocer como «el santo de Dios» (Marcos 1, 24)” (Catecismo…, n. 438). Jesús aceptó el título de Mesías, pero dejando muy claro que su misión era espiritual y no terreno-temporal como pensaban muchos de sus contemporáneos. Sólo después de su muerte y resurrección resplandecerá con toda claridad su realeza mesiánica.

Cristo de la Minerva (Miguel Angel 1521). ROMA; iglesia de Santa María Sopra Minerva

            Jesucristo es el Hijo de Dios. Ello no significa simplemente una filiación adoptiva, como la de cualquier hombre que recibe la gracia de Dios, sino su condición de Hijo del Padre, por generación eterna, según la naturaleza divina. Pedro confesó a Jesús como “el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mateo 16, 16) y Jesús alabó esta confesión. La predicación de los Apóstoles tendrá desde el comienzo como centro esta verdad fundamental de la fe cristiana. Justamente la manifestación de esta filiación ante el Sanedrín es la que llevó a sus acusadores a condenarle a muerte: “Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?”, y Jesús respondió: “Vosotros lo decís: yo soy” (Lucas 22, 70). En el bautismo y en la transfiguración, la voz del Padre lo había designado como su “Hijo amado” (Mateo 3, 17; 17, 5). Sus discípulos anunciarán a los cuatro vientos: “Hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1, 14).

            A Jesús se le llama también Señor. Así se tradujo al griego el inefable nombre de YHWH, que Dios había revelado a Moisés (Éxodo 3, 14). En el Nuevo Testamento se da este nombre a Dios Padre, pero también a Jesús, en reconocimiento de su divinidad. El propio Jesús así lo había manifestado a los fariseos al plantearles el sentido mesiánico del salmo 109 (cf Mateo 22, 41-46). “A lo largo de toda su vida pública sus actos de dominio sobre la naturaleza, sobre las enfermedades, sobre los demonios, sobre la muerte y el pecado, demostraban su soberanía divina” (Catecismo…, n. 447). En muchas ocasiones sus interlocutores le dieron el título de Señor. Recordemos la invocación del apóstol Tomás a Jesús resucitado: “Señor mío y Dios mío” (Juan 20, 28). “La Iglesia cree…que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se encuentra en su Señor y Maestro” (Con. VATICANO II. Const. Gaudium et spes, n. 10). La oración cristiana está llena de invocaciones a su Señor: “el Señor esté con vosotros”, “por Jesucristo nuestro Señor”; “Marana tha” (“¡Ven, Señor!”) (1 Corintios 16, 22), “¡Amén!¡Ven, Señor Jesús!” (Apocalipsis22, 20).

Rafael María de Balbín (rbalbin19@gmail.com)

#SALIMOS MÁS FUERTES

El Servicio de Propaganda Imagen y Construcción de la “nueva realidad” que tiene sus raíces en alguna zona de la Moncloa, ha puesto a sus portadores de materia gris en marcha para tratar de insuflar algo de optimismo y alegría al pueblo -antes soberano- predestinado ahora a ser  protagonista pasivo.

Guiados por líderes preclaros que conocen mejor que nosotros mismos aquello que nos hará felices, seremos conducidos a la tierra prometida. Por tanto ahora han decidido que #salimos más fuertes -se supone que de la pandemia-y estoy convencido que esta vez, cosa rara, aciertan. Trataré de hacerles justicia. 

Escribo en primera persona, No pretendo dar por supuestos colectivos entusiastas o pretendidamente afines, a mi personal convicción que ahora, gracias nuestro “Conducator” -que así lo calificaría mi amigo Antonio Ortiz entrenado en la arena de su antiguo puesto diplomático en la Bucarest comunista de Ceasescu- me siento MÁS FUERTE, mucho MÁS FUERTE que antes de la pandemia.

Me siento más fuerte en la convicción de la absoluta carencia de decencia política, suponiendo que esa categoría mantenga aun cierto grado de existencia después de Maquiavelo. Apoyarse en los “íntimos” de los que asesinaron a compañeros de partido de la altura de Pagazartundúa, Enrique Casas o Fernando Mújica, Tomás y Valiente y otros muchos más, con el fin de mantenerse en el sillón, es un índice de la capacidad de indecencia alcanzable por el ser humano. Pero claro el objetivo es combatir un virus pandémico y eso lo justifica todo, hasta dejar a viejos y viejas -no digo nuestros mayores porque yo soy uno de ellos- morir en soledad con, en el mejor de los casos, una buena dosis de morfina.

Siento que salgo más fuerte, mucho más fuerte, en la convicción de que esa hipotética realidad -que ahora llaman discurso- construida a base de los materiales salidos de los talleres de lo políticamente correcto han conseguido convertir a los responsables políticos de turno en verdaderos hologramas que se sostienen en el espacio vacío mientras sus cuerpos materiales sonríen, no se sabe muy bien por qué motivo, desde los bancos de color azul de un parlamento.

Me siento muy fortalecido, salgo más fuerte, en la convicción que las matemáticas carecen de fundamento sólido -según demostró matemáticamente Göedel- lo que no deja de ser una curiosa paradoja. No hay más que intentar comprender las cifras de muertos comprobados, las de resucitados, las de muertos no comprobados químicamente, las de idos al valle de Josafat sin determinar exactamente por que motivos ni donde, para entender que, como atribuyen a Churchill, “las estadísticas como los bikinis es más interesante lo que ocultan que lo que enseñan”.

Podría seguir con una amplia lista de componentes vitales que, compruebo, han surgido #más fuertes en mi interior gracias a la actividad febril, contradictoria y en apariencia caótica, de los augures de la nueva realidad. Para resumirlos solo tengo que buscar en mi memoria una amplia escalera que hay a la entrada del colegio en el que fui bastante feliz durante diez años. En su arco de entrada puede leerse en letras de oro –“La verdad os hará libres”. Aunque, desde luego, esas palabras Joánicas  (San Juan 8,31-42) apuntan a una verdad que trasciende la vida política, no dejan de ser fundamento último de toda pretensión de verdad.

Preguntado un ministro de Franco sobre alguna situación concreta respondió al demandante ….”no olvide D. Fulano que una mentira es solo una verdad diferida en el tiempo”.

NO AL RACISMO

Oigo a la portavoz de nuestro gobierno democrático de la coalición sanchista-comunista decir que la oposición, en concreto el Partido Popular, aprovecha la pandemia para oponerse al Gobierno en lugar de apoyarle, como debería ser. Quizás sea un reflejo totalitario de los hijos de Ceausescu, cuando en el paraíso del proletariado,  se repetía que los medios informativos debían poner en práctica la política del partido y del Estado.

Dada mi provecta edad, estoy en las diez de últimas, como decía el Coronel médico Ortega Montealegre del Ejército del Aire,  muy jugador de tresillo y de tute. Al final de su década y de otra de añadidura, mi tío abuelo Angel murió a los ciento dos años, homenajeado por las autoridades mallorquinas, en idioma vernáculo, él que era de Brihuega, en plena Alcarria.

Entre los males del aquel momento se imponía la hipertensión autonómica; ahora tenemos otras plagas cada vez peores, y con derivadas de toda índole. A río revuelto…

La prensa conservadora de ayer escribía que cada día la situación política, social y económica de España es peor. 

Oigo a la portavoz de nuestro gobierno democrático de la coalición sanchista-comunista decir que la oposición, en concreto el Partido Popular aprovecha la pandemia para oponerse al Gobierno, en lugar de apoyarle, como debería ser. Quizás sea un reflejo totalitario de los hijos de Ceausescu, cuando en el paraíso del proletariado,  se repetía que los medios informativos debían poner en práctica la política del partido y del Estado.

Otra deriva es la mordaza para no criticar, más que la mascarilla obligatoria. 

Lo más grave es la indefinición de facto con el sector del turismo, que causará, si no se aclara pronto, un daño incalculable a la economía nacional. Tumbar la reforma laboral es otro contagio irrecuperable, en la línea programática de la marcha hacia la república comunista cuyo primer paso es la destrucción del capitalismo.

Ya vemos multiplicarse a los nuevos pobres en  las colas del hambre, cada más largas y plurales.

Me llaman la atención unas nuevas pastillas recién recetadas para mis dolencias, en cuyo prospecto –siempre los leo- se afirma que este medicamento puede ser menos efectivo en pacientes de raza negra.

Pongo en duda que unos laboratorios de Barcelona sean racistas, pero  me temo que entre los efectos colaterales del COVID 19 esté la discriminación. Entre los extremismos de derecha y la izquierda radical –los extremeños se tocan, como decía Muñoz Seca- se ha abierto la puerta al apartheid. Con profundo dolor he vivido el desprecio y el odio racial en Namibia, en Sudáfrica, en Palestina, en Israel… y en Cataluña.

He oído decir también que los negros huelen; mi respuesta es igual que los blancos cuando no se lavan, o no pueden lavarse, con agua y jabón.

Ciudadanos de origen africano en el carnaval de Cayena (Guayana Francesa)

Entre los muchos defectos de los españoles no está el de despreciar a los hombres y mujeres de otras razas. Paséense por casi todo el continente americano, norte y sur, para ver cómo nos hemos acercado. Tuve un querido colega de la India, que había hecho un puesto en el Perú; siempre me decía que admiraba al mundo hispánico, pues los conquistadores españoles no hicieron ascos al mestizaje, mientras en su tierra durante el imperio británico los ingleses preferían el culo de sus amigos a los coños de las hindúes.

Ahora en España con las proclamas de expulsión de emigrantes, la trata de personas, el fomento de la eutanasia, las violencias antifascistas, el desprecio del marginado, la no tolerancia al diferente y el bloqueo de fronteras no será fácil alcanzar una normalidad, no nueva -¡qué estúpida paradoja!- ni siquiera como la cotidiana de los países de nuestro entorno. 

Confiemos en los científicos de verdad, en los investigadores reales y en los auténticos profesionales. Hagamos caso omiso de charlatanes, mentirosos y vendedores de bálsamos de Fierabrás. Colaboremos con nuestros verdaderos amigos y saldremos del hoyo, mejor con vacuna. Sigamos agradeciendo los esfuerzos, no golpeemos cacerolas, manifestemos en libertad, paz y orden nuestras opiniones y salud, paz y bien para todos.

Concluyo invocando la protección de Adolfo Suarez, que está en el Olimpo de los gobernantes, para que resucite la necesaria transición a un gobierno del Reino de España europeo, atlantista, cumplidor de nuestra vigente Constitución, la más duradera de nuestra historia, a la que dieron vida aquellos padres de la Patria.  Nuestro futuro  será luminoso. Y el esforzado Rey Felipe VI, que Dios guarde, se hará acreedor del calificativo de prudente como el segundo de su nombre. Laus Deo.

Antonio ORTIZ GARCIA. Embajador de España

DE LA NADA

No hay un destino ciego al que los hombres estemos necesariamente sujetos: cada uno es consciente de la dirección que libremente imprime él mismo a su propia vida. Tampoco estamos sometidos a una lotería, a un juego de azar, que en el fondo sería lo mismo que un destino ciego. 

Advertimos no sólo el influjo de nuestra propia inteligencia y libertad, sino la sabiduría y el amor de Dios que ejercen su influjo sobre la totalidad de los seres, como Él mismo nos ha revelado: “Porque tú has creado todas las cosas: por tu voluntad lo que no existía fue creado” (Apocalipsis 4, 11); “¡Cuán numerosas son tus obras, Señor! Todas las has hecho con sabiduría” (Salmo 104, 4).

            Necesariamente nos preguntamos, con asombro, por el origen del universo. Lo más sorprendente de las cosas no es que sean tales o cuales, que posean unas u otras características, sino simplemente que sean, que existan. La fe cristiana nos enseña que el mundo ha sido creado de la nada. ¿Y qué es la nada? Es tan poca cosa que no existe: la nada no es nada. Cuando decimos que Dios crea de la nada, es un modo de expresar la completa novedad de los seres creados. “Creemos que Dios no necesita nada preexistente ni ninguna ayuda para crear (…). La creación tampoco es una emanación necesaria de la substancia divina (…). Dios crea libremente «de la nada»” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 296).

            Nosotros los hombres no somos capaces de crear, en sentido propio, ni tampoco los ángeles. Necesitamos una materia de la que partir, de unos instrumentos para operar. Podemos transformar la naturaleza, pero no darle la originalidad de su ser. La madre de los Macabeos alentaba la esperanza de sus hijos, en el martirio, con estas palabras: “Yo no sé cómo aparecisteis en mis entrañas, ni fui yo quien os regaló el espíritu y la vida, ni tampoco organicé yo los elementos de cada uno. Pues así el Creador del mundo, el que modeló al hombre en su nacimiento y proyectó el origen de todas las cosas, os devolverá el espíritu y la vida con misericordia, porque ahora no miráis por vosotros mismos a causa de sus leyes (…). Te ruego, hijo, que mires al cielo y a la tierra y, al ver todo lo que hay en ellos, sepas que a partir de la nada lo hizo Dios y que también el género humano ha llegado así a la existencia” (2 Macabeos 7, 22-23. 28).

            Dios crea de la nada: puede dar a los pecadores un corazón puro, la luz de la fe a los que la ignoran, la vida del cuerpo a los difuntos mediante la Resurrección (cf. Catecismo…, n. 298). Dios ha ordenado su creación con sabiduría, y la ha orientado hacia el hombre, imagen suya. El mundo creado participa de la bondad divina. En el Génesis se dice: “Y vio Dios que era bueno… muy bueno” (Génesis 1, 4. 10. 12. 18. 21. 31). También las realidades materiales son buenas, aunque sean inferiores a las espirituales. El Creador trasciende todas sus obras: “Su majestad es más alta que los cielos” (Salmo 8, 2); y a la vez está íntimamente presente en ellas: “En Él vivimos, nos movemos y existimos” (Hechos de los Apóstoles 17, 28).

            El mundo creado no está nunca dejado de la mano de Dios, aunque a veces pareciera que tratamos de zafarnos de ella. Él nos presta el ser y el obrar, todo lo que valemos y podemos. Su amor paterno nos cuida: “Amas a todos los seres y nada de lo que hiciste aborreces, pues, si algo odiases, no lo hubieras creado. Y ¿cómo podría subsistir cosa que no hubieses querido? ¿Cómo se conservaría si no lo hubieses llamado? Mas tú todo lo perdonas porque todo es tuyo, Señor que amas la vida” (Sabiduría 11, 24-26).

Rafael María de Balbín (rbalbin19@gmail.com)

REQUIESCAT IN PACE ADOLFO NICOLÁS S.J.

Impresionado y con gran emoción escribo estas líneas al llegarme hoy, veinte de mayo, la noticia del fallecimiento de un querido compañero de colegio, jesuita Prepósito General de la Compañía de Jesús de enero del 2008 a octubre de 2016.

El padre Nicolás Pachón y Antonio Ortiz en los actos del centenario del colegio ARENEROS en Madrid, actualmente sede central de la Universidad de Comillas

Adolfo Nicolás Pachón fue muchas cosas. Sobre todo un hombre de bien, con tanta inteligencia como bondad. Afectuoso, dialogante, optimista, con mente ordenada y capacidad de gran dirigente de personas y creo también de almas. Ocupó en la Iglesia Católica, Apostólica y Romana uno de los puestos más importantes, siempre respetado pero criticado y atacado igualmente. Desde enero de 2008 hasta octubre del 16 fue el famoso PAPA NEGRO, cómo en la terminología de los vaticanistas (yo no lo soy ni pretendo serlo nunca) se califica al Prepósito General de la Compañía de Jesús.

D. Adolfo Nicolás y el autor en la sede de la Compañía de Jesus en Roma

Fundador sois Ignacio y general de la compañía real que Jesús con su nombre distinguió, cantábamos todos en el Colegio de la Inmaculada y San Pedro Claver, conocido como ARENEROS por ser la cuesta madrileña por donde pasaban las acémilas que subían del río Manzanares cargadas con materiales de construcción para ampliar la ciudad. El Colegio de Areneros, en la calle de Alberto Aguilera 23, es hoy sede de parte de la Universidad Pontificia de Comillas, su lugar de origen y cuna de mi mujer y madre de mis cuatro hijos. 

Habrá ríos de tinta y electrodos, papel y pantalla, sobre Adolfo, su vida, su historia, y espero que milagros. Este modesto pecador sólo quiere contar nuestra relación, mía y de mis condiscípulos, con Adolfo, desde el colegio y después.

Nuestra promoción –Areneros 1953- se reunía mensualmente (antes de la reclusión domiciliaria) para almorzar, más regular que bien, pero sobre todo para charlar, siempre muy bien y con resultado enriquecedor.  En toda esta época tuvimos mucha relación con nuestro ilustre compañero Adolfo e, incluso tras su elección al Generalato de la Compañía, contábamos con el privilegio de un correo que leía personalmente. 

Me uní al grupo, ahora cada vez menor,  a mi regreso a España en el 2006, poco después de nuestro medio siglo de A53. El quórum de nuestras reuniones podía llegar a la quincena; los asistentes habían seguido diversas carreras; nos juntábamos un anterior embajador ante la Santa Sede, un editor de textos, un directivo de Telefónica, ingenieros varios, un  administrador de loterías, un naviero, un marino de guerra, un  piloto de aviones, un par de militares, un procurador, abogados, empresarios, economistas y profesores, un jesuita en ejercicio y otro ex, médicos de alto nivel, dos eminencias en cardiólogía y otorrinolaringólogía…La conversación era apasionante y variadísima; uno de los temas reiterados era Adolfo. 

Poco después de su elección fuimos a Roma y nos reservó todo un día para estar con él en la Casa Generalizia,  en Borgo Santo Espíritu, muy cerca de la Plaza de San PedroEl privilegio era similar a una audiencia de diez horas con el Santo Padre (il Papa nero en nuestro caso) incluida Misa y almuerzo. Guardaremos vivos los recuerdos el resto de nuestros días. 

Encuentro con el prepósito general de los Jesuitas en Roma

Tratamos todos los temas imaginables; sus conversaciones y reuniones con el otro gran jesuita el Romano Pontífice, el futuro de la Iglesia, la Compañía de Jesús, la presencia de ambas en África, la ratio studioriorum de los seguidores de Loyola, sus colegios y universidades,  extremo oriente y  la vida de San Francisco Javier y la actualidad del Japón imperio que tanto amaba, y cuya lengua como  el Padre Arrupe,  también aprendió y practicó hasta su fallecimiento en Tokio. No faltaron comentarios personales y familiares, recuerdos de infancia, de estudios y sobre nuestras variadas profesiones. 

Roma «caput mundi»

No debo abusar de la ventana al mundo, pero no me resisto a contar que subimos a la terraza de la casa para divisar la misma vista que tenemos en nuestra portada. El Padre Nicolás, que era ya setentón como sus compañeros allí reunidos, subía siempre andando, o corriendo, las escaleras de su residencia. 

Almorzamos en el autoservicio del cercano hospicio de peregrinos. Como no queríamos perder ripio de su apasionante charla, le pedimos que no se levantara a hacer la cola; nos  dijo ¡tráeme lo que quieras!; le llevé un plato de diversas verduras a la plancha, muy gustosas por cierto.

De toda la visita a la Curia jesuítica la cumbre fue el recorrido por la biblioteca., que guarda tesoros para los investigadores, por las cartas de los misioneros. Práctica desde el siglo XVII era hacer siempre un resumen de cada misiva para el General y un colofón con lo que de verdad pedía el remitente.

El autor, en Roma los días de la reunión con el padre Adolfo Nicolas S.J.

Magnífico final fue la terraza para la vista del Vaticano y las entrañables fotos que guardamos todos y que se plasmaron en un número extra del «MOLA», revista fotográfica y digital que confecciona un compañero nuestro gran informático. 

Nos hemos reunidos más veces y siempre con satisfacción y emotividad.  Ahora, en la última parte del camino al decirle a Adolfo, ejemplo, compañero y amigo descansa en paz, podemos pensar en repetir para pronto Padre Adolfo Nicolás S.J. ora pro nobis.

Antonio ORTIZ GARCIA Embajador de España