“PARECE QUE NO HAY COINCIDENCIAS EXCELENTES EN TU BÚSQUEDA”

Un amigo de juventud calificaba de “frase tronco” aquella que, como un enorme árbol derribado en la mitad del camino, te obligaba a detenerte y buscar la forma de superar lo imprevisto.

Al visitar la exposición de fin de master realizada en el Circulo de Bellas Artes por los alumnos de la Escuela de Profesiones Artísticas SUR, bajo el “googeliano” título “PARECE QUE NO HAY COINCIDENCIAS EXCELENTES EN TU BÚSQUEDA” me surgió la imagen del frondoso árbol del arte en mitad del camino del comunicador que ha de dirigirse a un público no amorfo pero sí genérico. El mundo interior es demasiado complejo para definirlo con sencillez especialmente al inicio del camino. 

Iniciados o neófitos, en las sendas del arte se acaba siempre en “status viatoris” a la búsqueda de un vellocino de oro que se esconde de aquellos que se resisten a situarse en el tedioso dominio del método. Observo en actitud de amable aproximación, sin especial espíritu crítico que sería incapaz de aplicar con rigor, los trabajos expuestos por el grupo de alumnos del curso 2018-2020 de SUR y me sugiere, cada uno de sus integrantes, la idea que cada persona es un mundo complejo a descubrir y frecuentemente admirar.

Sala del Circulo de Bellas Artes que acoge la exposición

Me parece injusto, o simplemente incorrecto, hablar de alumnos y profesores en el sentido habitual que esos términos tienen en una sociedad compartimentada por la división de tareas y empujada, por fuerzas no bien definidas, hacia un individualismo atrozmente deshumanizado por un rampante transhumanismo de laboratorio.

He observado en un familiar cercano la integración entusiasta de docentes y discentes en una comunidad diseñada no solo para transmitir técnicas o esquemas -siempre necesarios- sino fundamentalmente para crear el caldo de cultivo en el que se promueven ideas, actitudes, preguntas, sugestiones que impulsan a adentrarse, “duc in altum”, en mares interiores y así llegar a la expresión de lo que subjetivamente se considera una obra de arte. Contemplando el proceso académico la mente sugiere una comunidad socrática con una dosis, posiblemente sobredimensionada, de procesos autoanalíticos. Aquí habría que cambiar el filtro de la Academia platónica por su contrario; “No entre nadie que sepa geometría”.

En su introducción a la exposición que nos ocupa, Marta Ramos Yzquierdo,  sobre los alumnos que exponen sus trabajos de fin de master  afirma que: 

“Esta intención que une a Paloma, Liliana, Santi, Bruno, Mónica, María, Camilo, Jessy y a May, es la de mirar, y mirarse, activando el pensamiento crítico. Por ello, las maneras de percibir son diversas, pero todas buscan cuestionar desde la subjetividad los patrones establecidos.”

La frase ofrece mucho que analizar y comentar pero mejor dejar a cada sujeto del grupo expresarse a su manera.

 Kevin TollpsickBruno Angelo)dice sobre su montaje fotográfico digital “….sin saber cómo ni cuando, uno se entiende como materia en otro lugar (digo “se entiende”, porque no es lo mismo que verse como materia: la imagen es algo completamente distinto. La imagen – esta imagen aquí – se mueve, mientras que la materia está sellada en un rayo de 50 o 35.000 kilómetros: da lo mismo)

Montaje fotográfico digital de Kevin Tollpsick (Bruno Angelo)

Camilo Mutis, sobre su “Páramo” afirma; “Páramo es un libro que ahora está deshecho. Fue un lugar y aquí se presenta diluido. De la misma manera que su contenido, su materialidad le huye a la precisión. Es por eso que en esta exposición depende explícitamente de su propiedad inherente a disolverse.

El libro deshecho de Camilo Mutis

Jessy Anne Ruggeri Elie expone su montaje hecho con Impresión digital sobre vinilo trasparente, metacrilato, contrachapado de chopo, nailon y anclajes metálicos que denomina “Territorios ingrávidos 2020”. Explicitamente sumergida en una burocracia similar a una banda de Möebius es cribe; “La ejecución de todos los trámites burocráticos necesarios para mi estancia legal en Madrid es la materia principal de mi práctica artística desde el inicio en Escuela Sur”…” Revivir, describir, contar, narrar y dejar evidencia gráfica de todos los acontecimientos, forman parte de esta instalación”.

Jerssy Anne junto a su instalación

Liliana Ang, con una instalación de bordados, dibujos, conjuros y libro de las sombras, las sombras de las cosas 2020, afirma que “Este libro de las sombras, expandido en forma de instalación, atraviesa un territorio íntimo con la compañía de la poesía visual. Parto de que la experiencia corporal de la maternidad no cabe en palabras ni gestos, pero tal vez su sombra puede compartirse”.

Aguada sobre papel. Liliana Ang

María Mrntrd muestra una “Videoproducción audio y nueces en suelo y pared” y nos dice que… “La necesidad de creación avanza poco a poco; como a tientas por la oscuridad. No se pretende cambiar en ninguno de sus aspectos caprichosos, salvajes o aleatorios. Una vez se está en él, existe un estado de tranquilidad perpetua, por el simple hecho de encontrarse “en busca de algo” que no se sabe con certeza que llegará”.

Nueces en el suelo. María Moreno

Maybuch Victorel con su “Fragilidad Lisa” nos dice … “Crear desde lo fragmentario. Se pueden mover los muebles sean interiores o exteriores. Se puede destruir ese espacio. Aunque no se nada de sonidos, sé reconocer el sonido de la ambulancia y el del ascensor cuando sube. Entiendo que las cosas se caen y se quiebran. Que mi cuerpo es la interfaz de esa caída, pero nunca sé si es caída o subida”.

Fragilidad Lisa. Maybuch Victorel

Mónica Montañés hace un “Viaje a la inversa 2020” Instalación audio de tres canales, reproductores mp3 y altavoces. “Esta pieza surge de mi imperiosa necesidad de darles voz a unas mujeres cuyas vidas han sido atravesadas por la migración. Darles cuerpo a través de la palabra. Crear un espacio donde ellas pudiesen contar sus historias, sus viajes, sus maletas, sus pérdidas, sus miedos, sus porqués. Lo hice porque todas ellas me conforman. Para intentar entenderlas. Entenderme”. 

Marta Ramos explica los audios de Mónica

Paloma Alberti con su archivo audiovisual  “Legado de las sin sombrero” confiesa que “Mi último mapa es una definición. Una definición como Mujer y como artista”. “Me he basado en el legado de las mujeres denominadas “sin sombrero”, la rama femenina de la Generación del 27. El nombre responde al gesto de quitarse el sombrero en público que protagonizaron Maruja Mallo o Margarita Manso, entre otras, en la Puerta del Sol. Esta actitud transgresora pretendía romper la norma y, metafóricamente, en ausencia de la pieza que tapa la cabeza, liberar las ideas y las inquietudes”. 

«Legado de las sin sombrero». (Paloma Alberti)

Santiago Hernández Zarauz lleva la edición de libros en la sangre y con su “Objetos impresiones libros” denominado “Elogio del editante 2020” se explaya así…”¿Quién hace un libro? El autor, sin duda, pero también el editor —o, mejor, el editante. En el curso de una reflexión sobre la fascinante historia del oficio de editar, se acuña este esclarecedor neologismo. Desde las imprentas venecianas del renacimiento hasta el escritorio de Gordon Lish, el editor se nos revela menos como un retocador que como una suerte de partera de libros”.

«Elogio del Editante». Santiago Hernández

Arte o comunicación. Las dos cosas. El arte comunica y la comunicación embellece las relaciones interpersonales porque las mejora. Otra cosa es la belleza del ser, propiedad óntica ya afirmada por Aristóteles. Relación Arte-Belleza, un tema demasiado complejo para unas líneas.

El visitante de la exposición tendrá, sin ninguna duda, la tentación de integrarse en esa comunidad en la que la creación artística, en sus más variadas facetas y técnicas, fluye por sus venas. En cualquier caso tendrá el sentimiento de estar presenciando unos comienzos prometedores de interesantes originalidades futuras.

SUBIÓ A LOS CIELOS

Después de su Resurrección, Jesucristo se apareció en repetidas ocasiones a sus discípulos. Su cuerpo resucitado tenía ya propiedades gloriosas, nuevas y sobrenaturales. Pero durante cuarenta días conversará familiarmente con ellos, comerá y beberá, mostrándoles con ello su plena y real humanidad.

“La última aparición de Jesús termina con la entrada irreversible de su humanidad en la gloria divina simbolizada por la nube (cf Hechos de los Apóstoles 1, 9) y por el cielo (cf Lucas 24, 51) donde él se sienta para siempre a la derecha de Dios (cf Marcos 16, 19; Hechos de los Apóstoles 2, 33; Salmo 110, 1)” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 659).

            Aún veladamente ostenta su gloria, antes de la Ascensión a los cielos, tal como aparece en sus palabras a María Magdalena: “Todavía no he subido al Padre. Vete donde los hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Juan20, 17). Sólo después de la Ascensión su exaltación gloriosa será completa. Ningún hombre puede llegar al cielo sólo con sus fuerzas humanas: “Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre” (Juan 3, 13). Para poder participar de la vida y de la felicidad de Dios, Cristo nos abre el camino, “ha querido precedernos como cabeza nuestra para que nosotros, miembros de su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su Reino” (Misal romano, Prefacio de la Ascensión).

            La elevación de Cristo en el patíbulo de la Cruz ha sido el inicio de su triunfo y de su elevación a los cielos: “Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Juan12, 32). “Jesucristo, el único Sacerdote de la Alianza nueva y eterna, no «penetró en un Santuario hecho por mano de hombre…, sino en el mismo cielo, para presentarse ahora ante el acatamiento de Dios a favor nuestro» (Hebreos 9, 24). En el cielo, Cristo ejerce permanentemente su sacerdocio. «De ahí que pueda salvar perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor» (Hebreos 7, 25)” (Catecismo…, n. 662).

            Desde entonces, está sentado a la derecha del Padre: “Por derecha del Padre entendemos la gloria y el honor de la divinidad, donde el que existía como Hijo de Dios antes de todos los siglos, como Dios y consubstancial al Padre, está sentado corporalmente después de que se encarnó y de que su carne fue glorificada”  (SAN JUAN DAMASCENO, De fide ortodoxa 4, 2).

            Con ello se inicia el reino del Mesías, tal como estaba profetizado desde antiguo, acerca del Hijo del hombre: “A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás” (Daniel 7, 14). Los Apóstoles serán testigos y propagadores del “Reino que no tendrá fin” (Símbolo de Nicea-Constantinopla).

 “Queda tanto por hacer. ¿Es que, en veinte siglos, no se ha hecho nada? En veinte siglos se ha trabajado mucho; no me parece ni objetivo, ni honrado, el afán de algunos por menospreciar la tarea de los que nos precedieron. En veinte siglos se ha realizado una gran labor y, con frecuencia, se ha realizado muy bien. Otras veces ha habido desaciertos, regresiones, como también ahora hay retrocesos, miedo, timidez, al mismo tiempo que no falta valentía, generosidad. Pero la familia humana se renueva constantemente; en cada generación es preciso continuar con el empeño de ayudar a descubrir al hombre la grandeza de su vocación de hijo de Dios, es necesario inculcar el mandato del amor al Creador y a nuestro prójimo” (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ. Es Cristo que pasa, n. 121). 

La Ascensión del Señor a los cielos nos sugiere un horizonte de eternidad: “el Cristo que nos anima a esta tarea en el mundo nos espera en el Cielo (…). Cuidemos, sin embargo, de no interpretar la Palabra de Dios en los límites de estrechos horizontes. El Señor no nos impulsa a ser infelices mientras caminamos, esperando sólo la consolación en el más allá. Dios nos quiere felices también aquí, pero anhelando el cumplimiento definitivo de esa otra felicidad, que sólo Él puede colmar enteramente (…) . Cristo nos espera. «Vivimos ya como ciudadanos del cielo» (Filipenses 3, 20), siendo plenamente ciudadanos de la tierra, en medio de dificultades, de injusticias, de incomprensiones, pero también en medio de la alegría y de la serenidad que da el saberse hijo amado de Dios. Perseveremos en el servicio de nuestro Dios, y veremos cómo aumenta en número y en santidad este ejército cristiano de paz, este pueblo de corredención” (Es Cristo que pasa, n. 126).

BOTERO: «60 AÑOS DE PINTURA»

Madrid, en el CentroCentro del Ayuntamiento, plaza de Cibeles, acoge, desde el 17 de septiembre hasta el 7 de febrero de 2021, la exposición “Botero. 60 años de pintura”. Con sus 67 lienzos es la mayor muestra dedicada en Europa al artista colombiano.

Con sincero entusiasmo y firme voluntad de revitalizar cuanto antes la vida cultural de Madrid después de los daños producidos por confinamiento, el alcalde de la capital José Luis Martínez Almeida inauguró el pasado día 16 una exposición de obras del pintor colombiano universal Fernando Botero. Hablar de este artista iberoamericano, cuyo fuerte impacto en el mundo del arte permanece inalterado desde hace muchas décadas, es sin duda tarea de especialistas, grupo al que no me considero pertenecer. Para los interesados en profundizar en la personalidad de Botero, el sentido de su pintura y la importancia de esta exposición, ha sido preparada una excelente documentación que animará a la asistencia presencial, con estrictas medidas de seguridad,  que puede consultarse en https://bit.ly/30nLKHT Conteniene una detallada biografía del artista, un interesante estudio titulado “La fortaleza del universo de Botero” y una entrevista realizados por la Comisaria de la exposición Cristina Carrillo de Albornoz.

El Alcalde de Madrid Martínez Almeida durante la presentación de
«BOTERO 60 años de pintura»

El no ser un especialista no me impide hacer algunas reflexiones, aunque sea solo porque cada vez que vuelvo a casa por la Castellana dejo a estribor de mi coche una inmensa mano regordeta -supongo que de bronce- brillando a la luz del sol. No se si me hace una higa o una llamada para que atienda a un subliminal mensaje, posiblemente las dos cosas, pero lo que si consigue es que frecuentemente piense en Botero, su autor.

Debo tener involuntarios reflejos hegelianos porque simultáneamente a la visión de la regordeta mano surgen de mi inconsciente, como impertinentes interferencias, imágenes de esculturas de Jacometti. Para intentar llegar a la síntesis de estas contradicciones acudí con esperanza al libro “La deformación en el arte”, aprendí cosas interesantes pero la síntesis no se produjo. Entonces funcionó mi subconsciente para sustituir al oscuro filósofo y aparecieron en mi imaginación, de manera bastante espontánea, las tres gracias de Rubens. No eran la síntesis deseada pero de momento y a la espera de soluciones filosóficamente más fundamentadas, podía servir. Puestos a evaluar en tal dilema mis preferencias artísticas me decanto desde luego por Botero. 

«Bailarina en la barra» BOTERO 2001

Vistas superficialmente sus exuberantes figuras, en una primera aproximación, pueden parecer representantes realzados de una sociedad autocomplaciente y vacía. Podría aplicárseles una idea expresada por algún autor espiritual refiriéndose a aquellos que en su vida social o profesional suben y suben a fuerza de pesar poco. Figuras vacías de contenido pero insultantemente opulentas y perfectamente encajadas en una sociedad que parece alimentarlas solo para el matadero. Pero hay que fijarse en los detalles, más que en los volúmenes. Las miradas fijas, con ojos que recuerdan a los de los personajes de Goya, no están endurecidas, manifiestan una cierta ternura y asombro. La primera impresión un poco repulsiva se va diluyendo ayudada por una gama de colores en la mayoría de los casos atemperados por una suavidad que esconde un profundo análisis de los efectos locales. A Van Gogh le fascinaban los grises de la naturaleza. A mi me fascinan los pintores que sobre unas gamas grises manifiestan una diversidad de contrastes y color que resulta casi mágica. Me parece que Botero tiene facetas que van en esa dirección, aunque “doctores tiene la iglesia”.

Fernando Botero. «La Cuadrilla» (2012)

Todos los cuadros de la exposición son óleos sobre lienzo menos uno que es una acuarela sobre lienzo. Le preguntaré a mi amigo y excelente profesor acuarelista Emmanuel Luna, como puede compaginarse base de lienzo con acuarela y que tratamiento previo, si lo hay, es necesario aplicar a la tela. Habrá que pedirle una clase en su “Cobalto Academia” especialmente dedicada al tema. No puedo decir que esa acuarela valga toda la exposición de Botero pero habría un hueco de no haber sido expuesto nada con esa técnica que es ideal para crear ambientes de una espontaneidad muy difícil de obtener con los óleos. Es un motivo más para no perderse esta fantástica exposición de un artista iberoamericano que ha ido recorriendo el mundo no solo degustando a sorbos aquellos mensajes contenidos en lo más exclusivo de la pintura universal sino devolviendo a la sociedad contenidos recreados renovados con una personalidad fascinante. 

Fernando Botero. Acuarela sobre lienzo (2019)

QUIÉN ES EL ESPIRITU SANTO

¿Quién es el Espíritu Santo? Para muchos continúa siendo todavía el Gran desconocido. Pero dentro de la luminosa obscuridad del misterio, alcanzamos un cierto conocimiento. Y así en el misterio capital del cristianismo, la Santísima Trinidad, tenemos un conocimiento por la fe y por la experiencia personal del alma, de cada una de las tres divinas Personas.

La Santísima Trinidad.(Talla en piedra S XIV)

Así sabemos del Padre eterno, a quien especialmente se atribuyen la creación y la omnipotencia. Y de Dios Hijo, que se hizo hombre por nuestra salvación. Sin embargo, conocemos menos al Espíritu Santo, a pesar de su acción constante y eficaz en cada uno de nosotros. “El Espíritu Santo con su gracia es el primero que nos despierta en la fe y nos inicia en la vida nueva que es: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo (Juan 17, 3). 

En el tiempo es el último en la revelación de las personas de la Santísima Trinidad” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 684). Así lo explica un Padre oriental de la Iglesia: “El Antiguo Testamento proclamaba muy claramente al Padre, y más obscuramente al Hijo. El Nuevo Testamento revela al Hijo y hace entrever la divinidad del Espíritu. Ahora el Espíritu tiene derecho de ciudadanía entre nosotros y nos da una visión más clara de sí mismo. En efecto, no era prudente, cuando todavía no se confesaba la divinidad del Padre, proclamar abiertamente la del Hijo y, cuando la divinidad del Hijo no era aún admitida, añadir el Espíritu Santo como un fardo suplementario si empleamos una expresión un poco atrevida… Así por avances y progresos de gloria en gloria, es como la luz de la Trinidad estalla en resplandores cada vez más espléndidos” (S. GREGORIO NACIANCENO, Orationes theologicae 5, 26).

            La fe cristiana acerca del Espíritu Santo ha sido expresamente manifestada en muchas ocasiones, a lo largo de estos veinte siglos. Así la enuncia el Concilio XI de Toledo, del año 675: “El Espíritu Santo, que es la tercera persona de la Trinidad, es Dios, uno e igual al Padre y al Hijo, de la misma substancia y también de la misma naturaleza. Por eso, no se dice que es sólo el Espíritu del Padre, sino a la vez el Espíritu del Padre y del Hijo”. Y antes, el Concilio de Constantinopla del año 381 había declarado que: “Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria”.

            Como la acción del Espíritu es callada, silenciosa, puede pasar fácilmente desapercibida: sin embargo El es quien hace posible en el cristiano el conocimiento de fe, el trato personal con Jesucristo Redentor, la captación de nuestra filiación con respecto a Dios Padre. La vida de la Gracia, que comienza en el Bautismo, tiene como impulsor al Espíritu Santo (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 683).

            Hay una Economía divina, que es la dispensación de los bienes espirituales a los hombres para su salvación y plena felicidad. En ella “el Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del Designio de nuestra salvación y hasta su consumación. Pero es en los últimos tiempos, inaugurados con la Encarnación redentora del Hijo, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona” (Ibidem, n. 686).