Saint-Tropez, Cannes,  Saint-Raphael, Niza o Mónaco han propiciado la imagen colectiva de un mundo de lujo y desenfreno para millonarios, pero una Costa Azul tranquila, sosegada y bella  existe…. y es asequible.

Sanary-sur-Mer, incorperada al mar. En su pequeño puerto
las tradicionales «pointu» de vela latina

Aficionada a los mercadillos populares y callejeros me sumerjo en el mar digital y a veces pesco alguno que me parece interesante, si puedo  personalmente lo paseo y alguna ganga cae. En una de esas navegaciones  virtuales realizadas por  tierras  francesas encontré uno  que me llamó la atención porque estaba calificado en 2018 como mejor mercadillo callejero de Francia. Se realizaba todos los miércoles  en un pueblito de la Costa Azul, Sanary-sur-Mer.  Allí con mi familia disfruté unos días de julio después de comprobar, no sin cierto asombro, que no era ruinoso alquilar una casa con piscina y a siete minutos del mar. Un trozo de costa que desde Saintes Maries de la Mer hasta Mónaco separa  del Mediterráneo a una de las más bellas regiones de Francia, La Provenza.

Un vuelo de dos horas escasas al aeropuerto de Marsella y coche de alquiler fue la fórmula elegida para evitarnos el largo camino de Madrid a la frontera francesa. Una hora de coche desde Marignan, debido al intenso tráfico de los alrededores de Marsella, y una cálida acogida por parte de Soledad, encargada por los propietarios, a la sazón navegando a vela por aguas del Atlántico, de introducirnos a las peculiaridades de la casa y del pueblo que desconocíamos. A sus preciosas informaciones Soledad añadió un bote de “tapenade” de aceitunas negras y un vino de la región y una recomendación, que probáramos la “tropézienne”. Todo auguraba  y se confirmó, unas agradables vacaciones.

Sanary-sur-Mer hace honor a su título. Incorporado al mar en una  bahía no muy grande está presidido por una torre medieval y una iglesia, con su interior en estilo bizantino, -atendida  por un joven sacerdote español de nombre Rodrigo-. Sanary rezuma tradiciones marítimas. Las típicas barcas provenzales, de vela latina, llamadas “pointus” ocupan una parte no pequeña del muelle que está adherido al paseo marítimo que en realidad es la calle principal del pueblo. Dedicados en otros tiempos a la pesca actualmente son  treinta y cinco verdaderas reliquias  de la carpintería  de ribera y tienen el título de “Barcos de Interés Patrimonial”.

Mercadillo de Sanari, en 2018 nominado el mejor mercadillo de Francia

El primer miércoles, mercadillo. Como sucede habitualmente en Francia y también en España, la oferta de productos de la tierra para ilustrar una mesa no me defraudó en tanto que responsable de la intendencia familiar. Pero una particularidad no habitual en estas plazas, varios puestos de pescado, a los que había que acudir temprano pera comprar atún o pez espada, que hicieron la delicia de los amantes del pescado recién traído de la mar.

Playas, alguna de las cuales era accesible en un paseo de un cuarto de hora, tienen la belleza de las calas típicas de una costa algo escarpada. La de Six Fours-les-Plages, pueblo unido a Sanary sin solución de continuidad, más extendida y con hamacas y sombrajos, buenos restaurantes, excelente por su suave pendiente para el baño de niños  y mayores sin demasiado interés por la natación deportiva. Enfrente de la playa una vista de conjunto de Sanary y poco más hacia el oeste Bandol, algo más grande que Sanary, al que se puede acceder dando un paseo y que tiene una amplia oferta de restaurantes y un puerto deportivo con aguas más profundas que el de Sanary-sur-Mer. Muy cerca la pequeña isla de Bendor, convertida por Paul Ricard –que la adquirió desierta en los años 50- en centro turístico con hoteles,  iglesia, apartamentos y puerto deportivo. 

Playa de Six-Four-les-Plages. En el horizonte la isla de Embiez

Otra isla cercana,  Embiez, también propiedad de la familia Paul Ricard y muy cercana a Six-Fours-les-Plages, en sus noventa y cinco hectáreas hay una interesante variedad de paisajes, pequeñas calas,  viñas y al estar muy poco construida es ideal para aficionados al senderismo.  A ambas islas se puede acceder desde Sanary en pequeños barcos  con horarios regulares.  En Embiez un trenecillo recorre la isla con paradas en puntos donde poder contemplar la belleza del entorno.  Paul Ricard, enterrado en la isla, fue el creador de un  imperio de bebidas alcohólicas, que comenzó con el famoso “pastis” Pernod, autorizado cuando se produjo la liberación en 1944 después de la prohibición por el gobierno de Vichy. Hoy  posee varias firmas mundiales y entre ellas está la española Larios famosa por su ginebra.

En la isla de Embiez una red de caminos invita a hacer senderismo

Entre los grandes atractivos de esta zona de la Costa Azul francesa está el hecho de que a poco más de una hora de coche y con una buena red de autopistas y carreteras comarcares podemos visitar los puntos más interesantes de la Provenza  como Aix-en-Provence, el parque natural de La Camargue, Saint Remy, refugio de Carolina de Monaco, L’Isle sur la Sorgue, el parque natural de Luberon o ciudades como Marsella y Toulon. 

Atardecer en la costa

Terminamos nuestros días de descanso  con un almuerzo en Saint Tropez y con ganas de acercarnos a Cannes y Niza, un poco más lejanos pero también asequibles en un solo día. 

(Fotos por Paloma Ausejo)