Perplejo estoy con lo que viene sucediendo de manera casi habitual. Resulta que se malgastan o se desvían a destino indebido, cientos o miles de millones de Euros y cuando uno piensa que el principal responsable dará cuenta detallada de cómo pudo ocurrir tal tropelía, este se descuelga diciendo que no se ha enterado de nada y que él se limitaba a firmar sin fijarse en lo que le ponían delante.
Propongo que en el juramento que los grandes capitostes deben prestar al tomar posesión de sus cargos, figure un punto que diga:…xxx) Juro por Dios o por mi honor ( este último comporta menos riesgos) fijarme en lo que firmo y estar en lo que celebro.
A ver si de esa forma soslayamos este problema que se nos plantea cuando los altos dirigentes firman sin mirar documentos que comportan gastarse nuestro dinero alegremente. ¿Estarían igual de distraídos si la firma supusiera el gasto de su propio dinero?
A mi me parece que nosotros, no sé si todos los latinos o los españoles en particular, tenemos poco respeto por el dinero del contribuyente, uno tiene la impresión de que a los sajones la manera como se utilice ese capítulo vital del gasto, les impresiona mucho más y lo persiguen “a muerte”.
Aquí cuando uno se lleva el dinero de los huérfanos de la Guardia Civil o el de los parados , o el de las aportaciones a los partidos o se toma a Hacienda-y ojo que hacienda somos todos- por el “pito del sereno”, no ocurre gran cosa.
¿Cómo es posible que algo tan elemental como que la gente devuelva el dinero que roba no se nos haya ocurrido hasta ahora? Por cierto que no sé si ya está en vigor o es, como tantas cosas, un proyecto legal remitido “ad kalendas graecas”.
También es bastante curioso que la reacción “aguas arriba”, en su partido, organización o lo que sea, consista en decirnos que ya han perdido perdón, que ya han confesado sus errores, poco mas o menos que “qué más queremos” dando el tema por zanjado; pero mas curioso aun es que no les recordemos que una institución tan sabia como la Iglesia Católica exige desde hace dos mil años, después de la contrición de corazón, y la confesión de boca, la “Satisfacción de obra”. Es decir la reparación del daño causado; vamos ¡la devolución de los “cuartos”!.
“Hemos tomado las medidas para que no vuelva a ocurrir”, dice alguien muy serio y aparentemente convencido. ¿Pero tan difícil era prever que la gente puede quedarse con lo que no es suyo y poner la venda antes de sufrir la herida?
Dirigir es prever, dicen los expertos en dirección de empresas. No tengo espacio pero puede hacerse un buen tomo con la previsión de las cosas que los seres humanos podemos hacer en beneficio propio y a costa de los demás. Por lo menos podrían leer lo que ya se escribía a principios de del siglo XIX porque seguimos haciendo agua por las mismas grietas.
“En tiempos de las bárbaras naciones, colgaban de las cruces los ladrones. Mas ahora, en el Siglo de las Luces, del pecho del ladrón cuelgan las cruces” (Ugo Fóscolo 1778-1872)