Me veo obligado a confesar que conozco poco de los usos y costumbres de la diplomacia internacional y por eso me gustaría que alguien me explicase lo que está pasando entre nuestro Gobierno y ese señor de Venezuela que por lo visto pasó de conductor de autobuses a líder bolivariano y ahora nos insulta pública y abiertamente.
Según he sabido por la prensa nos acusa (es al gobierno de España) de «apoyar al terrorismo» y de que nuestro máximo mandatario forma parte de «un grupo de bandidos, de corruptos y de ladrones».
Hombre para “poner a caldo” a nuestros gobernantes ya nos bastamos nosotros pero que venga a reprocharnos nada un personaje, en cuyo país y bajo cuyo mandato, hay más muertes en época de paz que en otros en tiempos de guerra, me parece un auténtico sarcasmo.
A la vista de lo ocurrido hemos llamado a nuestro embajador “a consultas”. No entiendo muy bien que le queremos consultar y me pregunto si no sería mas adecuado llamar al de Venezuela y preguntarle qué es lo que le ocurre a ese señor que amenaza con venir con lanzas a Europa y ensartar , supongo, a nuestro bien amado presidente, ya se que no es bien amado por todos pero en momentos de amenaza exterior debemos mostrarnos unidos.
Esta mañana he leído en los diarios que volvemos a mandar a nuestro embajador a Caracas. Se ve que las consultas que se le ha hecho han surtido efecto y aprovechando que Maduro ha dicho que tenga cuidado Rajoy porque va a salir derrotado y que mas vale que coja su mano, con lo que, al menos no podrá empuñar la lanza, pelillos a la mar y nuestro esforzado embajador otra vez a su sitio.
A mi me parece que no valía la pena haberlo traído de Venezuela. En primer lugar porque si era un gesto internacionalmente aceptado, que los gobiernos de otros países saben valorar, es obvio que este Maduro en cuestiones de diplomacia internacional está también bastante verde, con lo que seguramente resultó inútil; y en segundo lugar porque no parece que haya bajado el tono de sus bravatas propias de un arriero de los de antes.
Claro, a no ser que nuestro Margallo que debe ser un hombre bastante avispado, se haya dicho “tate ….., este personaje necesita como agua de mayo un enemigo exterior que le sirva para que los venezolanos piensen: los enemigos exteriores, en concreto España, nos atacan, unámonos todos con nuestro heroico presidente en defensa de la patria.” Y así de paso que defienden la patria se defiende Maduro de sus calamidades nacionales que son clamorosas.
El truco no es nuevo pero, según en qué países, suele dar resultado. Es, en el fondo de todo, equivalente a aquel “panem et circenses” que utilizaban los emperadores romanos.
Lo que pasa es que, con lo que ha llovido desde los romanos hasta nuestros días, trampa tan burda exige tragaderas de pozo con amplio brocal.
Con la cantidad de cosas que tiene que resolver Rajoy dentro de casa como para permitirse el lujo de embarcarse en conspiraciones internacionales, que si Sánchez quiere enseñarle como los socialistas superan las crisis económicas tomando como modelo a Zapatero, que si Pablo Iglesias, en un alarde de modernidad, quiere llevar a España a la revolución comunista del 17, que si Ciudadanos va a utilizar como estribo las promesas electorales incumplidas, etc, etc. Total auténticos tifones que se atisban por el horizonte.
Quizá la mejor solución sea la que se ha adoptado, que nuestro embajador visite a sus amigos y familia en España, que se tome unos vinos por su ciudad natal y que vuelva Caracas sin mas dilación. En mi tierra dirían que a Maduro le falta un hervor.