Cada día empeoramos. A pesar de los repetidos sermones y de las expresiones de autosatisfacción de unos y otros, y si quisiera –que no quiero- ser políticamente correcto, diría y unas y otras, la cosa va de mal en peor.

El gobierno todavía democrático, de la coalición sanchista-comunista, a pesar de los negros (¿o rojos?) nubarrones, sigue su marcha triunfal con sus desescaladas, o desescalabros, y sus fases, etapas o jornadas hacia un nuevo amanecer, donde todos seremos más fuertes, más ricos y más jóvenes y vigorosos.

Sede de la O.C.D.E. en París

Sin embargo, la Unión Europea, la Organización de Cooperación y Desarrollo, el Fondo Monetario Internacional, el mundo capitalista -¡Vade retro!- ha dicho que si algo se hizo bien fue gracias a la reforma laboral y sin ella, España no habría salido adelante de la crisis anterior.

Este juego que están haciendo en pleno coronavirus es muy grave, dice el presidente de la COEE Antonio Garamendi, en El mundo de 2.06.2020:   «El país no se puede parar, nos jugamos la recuperación. Con cierre total costará levantarnos», pero defiende que para asegurar la recuperación debe cambiar la política económica sin tocar la reforma laboral. Un centenar de personalidades empresariales se ofrecen a diseñar la recuperación.

Se trata, a mi parecer, de un camino para recuperar la normalidad, la de siempre, ni nueva ni vieja. Hay clamor general de una ciudadanía que reclama unidad para superar la bronca política. Un llamamiento a consensos útiles que sirvan para cerrar la crisis sanitaria y afrontar la reconstrucción de una España que viene políticamente inestable, económicamente rota, socialmente convulsa, dice Zarzalejos en El confidencial.

Dada mi provecta edad, gracias a Dios, no me faltan los recuerdos y sacaré aquí algunos y variados.

No sólo Felipe González Márquez, también compañeros, amigos y parientes de diferentes posiciones ideológicas desean y esperan un acuerdo entre los grandes partidos, sin los separatistas ni los comunistas. Así lo ha dicho en su reciente comparecencia telemática en el Nueva Economía Forum. Pidió una sucesión de pactos de Estado en el marco constitucional, sin la participación de los grupos a quienes no interesa la reconstrucción económica y social de España. Sobre la reforma de la Constitución piensa que no hay mimbres para hacer ese cesto.

Hace un par de días le llamé desde esta ventana al mundo.  El panorama español de hoy me lleva a pensar, igual que otros veteranos que los rectores de nuestra vida política vestían otra talla. No todos tenían la labia de Felipe, pero sacaban las castañas del fuego.

La esposa de Inocencio Arias y Antonio Ortiz con
José María Aznar en 1998 en la residencia oficial de la representación de
España ante la O.N.U. en Nueva York

José María Aznar, que alguna vez me dijo con su dedo acusador que no compartía mis opiniones, pero las escuchaba con cortesía, enderezó la economía del reino y nos facilitó el respeto de esta Europa que confiamos siga siendo real sin fronteras ni cambios de moneda. 

El Rey Felipe VI el esforzado, heredero de la historia de una de las grandes naciones del mundo, y que los españoles de no debemos nunca olvidar, se ve sometido a vientos y galernas, pero sigue siendo el fuerte mástil del galeón de España en las peligrosas aguas que los virus contagiosos y las ideas totalitarias agitan sin cejar. Es un referente y un interlocutor escuchado y respetado allende nuestras fronteras. Una vez más, le aplaudo desde esta ventana al mundo.

Antonio Ortiz, embajador en Ghana y su esposa Lola López-Cámara con SS Juan Pablo II y el cardenal Casaroli en la Nunciatura Apostólica en Accrá (1980)

Hay todavía en España muchos ciudadanos que tienen Fe, practican la Caridad y mantienen la Esperanza. Confiemos en salir de este diluvio universal y ver la paloma con su rama de olivo volar al sol. No está prohibido, como en las dictaduras totalitarias,  esperar un milagro. El Papa Juan Pablo II consiguió terminar la opresión comunista en su Polonia natal con la fuerza de la palabra y de su espíritu. Para esta España, que visitó y apreció con sus gentes y su tradición religiosa, puede ser al abogado y protector del ataque de furor comunista que padece. Pidamos que sea sólo una epidemia que cese con el virus. Es una buena vacuna. 

Marco Tulio Cicerón

Marco Tulio Cicerón hace en De Senectute un canto a la vejez. En la antigua Roma,  civilización propia de la que nos sentimos seguidores en el habla y la cultura, nos muestra a Catón el Viejo, un vigoroso anciano de ochenta y cuatro años, conversando con dos jóvenes admiradores suyos. Yo no creo que los tenga, pero me inspira y da fuerza para seguir.

Dicho todo esto en mi senectud y con tambaleante fe en la providencia, tampoco creo mucho en las llamadas redes sociales, pero cada día son más usadas, ahora que se habla poco y se cartea menos. Mis nietos pequeños han nacido con un ratón (con cable o sin cable) en la mano y son prueba de la influencia de tales técnicas. Pueden sin embargo  ser una vía de influencia para que los lectores y seguidores, que espero cada día más numerosos, de nuestra bitácora, lancen en sus sofisticados celulares, tabletas, teléfonos inteligentes y menos listos, este grito de salvación: 

¡PACTE O VÁYASE, SEÑOR SANCHEZ!

¡PACTE O VÁYASE, SEÑOR SANCHEZ!

Quizás sea mejor lo primero, que ya nos arreglaremos los supervivientes.

Antonio ORTIZ GARCIA Embajador de España

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Acerca de Antonio Ortiz García

Antonio Ortiz García es Embajador de España. Tras diez años de docencia en la Complutense, sirvió a España como diplomático en Iberoamérica, Europa y África y en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Ha ocupado entre otros puestos los de cónsul en Metz, Berlín y Toulouse y embajador en Ghana y Togo, Rumanía, Organismos Internacionales en Viena y Hungría. Es Doctor Honoris causa por la Universidad de Craiova (Rumanía).