Lo malo no es solo la peste del siglo XXI, que terminará con la vida de muchos ancianos y de algunos más jóvenes. Lo peor es el intento de creación, al amparo y con la excusa de la lucha contra la pandemia, de una sociedad falta de libertades, con obligaciones y sin derechos.

En España el gobierno central o mejor dicho el jefe del gobierno se pretende considerar símbolo y representante exclusivo de todo el país y habla en nombre de todos los ciudadanos. 

Nuestra vigente Constitución de 1978 determina en su artículo 56 que “El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia,….asume la más alta representación del Estado español….”

Javier Castro Villamor dirige la Orquesta Filarmónica de Burgos interpretando «Nabuco»

En Italia en los albores de su unidad nacional a finales del siglo XIX se buscaban referencias unitarias contra la opresión extranjera. Uno de los símbolos que utilizó el pueblo para reforzar el ideal independentista fue el  Va, pensiero, «coro de los esclavos judíos» del tercer acto de Nabuco. Su famoso autor Giuseppe Verdi dio origen al  acróstico V.E.R.D.I. con cuya mención numerosos italianos querían decir VIVA IL RE D`ITALIA  futuro al que se aspiraba.

En mi lejanísima época universitaria en Complutense de Madrid, aparecían en contra de la censura franquista gritos y colores, de inspiración en la cercana península latina de V.E.R.D.E.,  que aquí traducíamos  VIVA EL REY DE ESPAÑA.

En estos tiempos de tribulación, y peores prácticas, con insultos, ataques y maniobras, intentos de voladuras y golpes, quiero gritar bien alto este VERDE. Detesto referirme a “este país”, en fórmula muy usada por determinados sectores políticos de todas las tendencias. Yo siempre hablé y sigo hablando de España y mi profesión que detenté con orgullo me obligaba al explicarla a citar siempre el nombre de mi patria, pues cualquiera de mis trabajos la incluía siempre en su titulación, desde la de secretario de la representación de España, delegado o cónsul de España hasta la de embajador de España. Recuerdo ahora que cuando alguno de nuestros parlamentarios de mas palabrería que cerebro me hablaba, estando fuera del Reino, de este país, yo siempre respondía en un intencionado sarcasmo con una referencia real al país que de verdad era este, es decir donde nos encontrábamos en aquel momento. Así, en este país hay una república bicameral, por ejemplo en Hungría, en este país hay una dictadura comunista, como en Rumanía, o en este país hay un gobierno golpista como en Ghana.

            Dos grandes razones me empujan a mi grito hoy día: en primer lugar, que desde la restauración de la monarquía parlamentaria constitucional hemos vivido en España, en este país como dirían mis aludidos interlocutores, el más largo periodo de paz, progreso, libertad y prosperidad de toda nuestra historia. Esta pax hispanica, que confío sigamos teniendo se debe al esfuerzo de muchos hombres de buena voluntad y sin duda a nuestro sistema de gobierno. 

Mi segunda razón más actual es mi respeto y valoración del actual monarca, el Rey Felipe, sexto de su nombre, que Dios guarde. El joven soberano, quien nació, y así se lo he comentado en alguna ocasión en tal día y año como Antonio, mi tercer hijo, se ha revelado como hombre de excepción. No solo por su preparación, conocimientos y experiencias, sino en especial por su prudencia y actuación medida y oportuna. Su prestigio internacional supera al de nuestros dirigentes y aporta una imagen al reino beneficiosa y garante.

No me cansaré pues de repetir VERDE, VERDE, VERDE. 

Antonio Ortiz García

Embajador de España

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Acerca de Antonio Ortiz García

Antonio Ortiz García es Embajador de España. Tras diez años de docencia en la Complutense, sirvió a España como diplomático en Iberoamérica, Europa y África y en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Ha ocupado entre otros puestos los de cónsul en Metz, Berlín y Toulouse y embajador en Ghana y Togo, Rumanía, Organismos Internacionales en Viena y Hungría. Es Doctor Honoris causa por la Universidad de Craiova (Rumanía).