“PARECE QUE NO HAY COINCIDENCIAS EXCELENTES EN TU BÚSQUEDA”

Un amigo de juventud calificaba de “frase tronco” aquella que, como un enorme árbol derribado en la mitad del camino, te obligaba a detenerte y buscar la forma de superar lo imprevisto.

Al visitar la exposición de fin de master realizada en el Circulo de Bellas Artes por los alumnos de la Escuela de Profesiones Artísticas SUR, bajo el “googeliano” título “PARECE QUE NO HAY COINCIDENCIAS EXCELENTES EN TU BÚSQUEDA” me surgió la imagen del frondoso árbol del arte en mitad del camino del comunicador que ha de dirigirse a un público no amorfo pero sí genérico. El mundo interior es demasiado complejo para definirlo con sencillez especialmente al inicio del camino. 

Iniciados o neófitos, en las sendas del arte se acaba siempre en “status viatoris” a la búsqueda de un vellocino de oro que se esconde de aquellos que se resisten a situarse en el tedioso dominio del método. Observo en actitud de amable aproximación, sin especial espíritu crítico que sería incapaz de aplicar con rigor, los trabajos expuestos por el grupo de alumnos del curso 2018-2020 de SUR y me sugiere, cada uno de sus integrantes, la idea que cada persona es un mundo complejo a descubrir y frecuentemente admirar.

Sala del Circulo de Bellas Artes que acoge la exposición

Me parece injusto, o simplemente incorrecto, hablar de alumnos y profesores en el sentido habitual que esos términos tienen en una sociedad compartimentada por la división de tareas y empujada, por fuerzas no bien definidas, hacia un individualismo atrozmente deshumanizado por un rampante transhumanismo de laboratorio.

He observado en un familiar cercano la integración entusiasta de docentes y discentes en una comunidad diseñada no solo para transmitir técnicas o esquemas -siempre necesarios- sino fundamentalmente para crear el caldo de cultivo en el que se promueven ideas, actitudes, preguntas, sugestiones que impulsan a adentrarse, “duc in altum”, en mares interiores y así llegar a la expresión de lo que subjetivamente se considera una obra de arte. Contemplando el proceso académico la mente sugiere una comunidad socrática con una dosis, posiblemente sobredimensionada, de procesos autoanalíticos. Aquí habría que cambiar el filtro de la Academia platónica por su contrario; “No entre nadie que sepa geometría”.

En su introducción a la exposición que nos ocupa, Marta Ramos Yzquierdo,  sobre los alumnos que exponen sus trabajos de fin de master  afirma que: 

“Esta intención que une a Paloma, Liliana, Santi, Bruno, Mónica, María, Camilo, Jessy y a May, es la de mirar, y mirarse, activando el pensamiento crítico. Por ello, las maneras de percibir son diversas, pero todas buscan cuestionar desde la subjetividad los patrones establecidos.”

La frase ofrece mucho que analizar y comentar pero mejor dejar a cada sujeto del grupo expresarse a su manera.

 Kevin TollpsickBruno Angelo)dice sobre su montaje fotográfico digital “….sin saber cómo ni cuando, uno se entiende como materia en otro lugar (digo “se entiende”, porque no es lo mismo que verse como materia: la imagen es algo completamente distinto. La imagen – esta imagen aquí – se mueve, mientras que la materia está sellada en un rayo de 50 o 35.000 kilómetros: da lo mismo)

Montaje fotográfico digital de Kevin Tollpsick (Bruno Angelo)

Camilo Mutis, sobre su “Páramo” afirma; “Páramo es un libro que ahora está deshecho. Fue un lugar y aquí se presenta diluido. De la misma manera que su contenido, su materialidad le huye a la precisión. Es por eso que en esta exposición depende explícitamente de su propiedad inherente a disolverse.

El libro deshecho de Camilo Mutis

Jessy Anne Ruggeri Elie expone su montaje hecho con Impresión digital sobre vinilo trasparente, metacrilato, contrachapado de chopo, nailon y anclajes metálicos que denomina “Territorios ingrávidos 2020”. Explicitamente sumergida en una burocracia similar a una banda de Möebius es cribe; “La ejecución de todos los trámites burocráticos necesarios para mi estancia legal en Madrid es la materia principal de mi práctica artística desde el inicio en Escuela Sur”…” Revivir, describir, contar, narrar y dejar evidencia gráfica de todos los acontecimientos, forman parte de esta instalación”.

Jerssy Anne junto a su instalación

Liliana Ang, con una instalación de bordados, dibujos, conjuros y libro de las sombras, las sombras de las cosas 2020, afirma que “Este libro de las sombras, expandido en forma de instalación, atraviesa un territorio íntimo con la compañía de la poesía visual. Parto de que la experiencia corporal de la maternidad no cabe en palabras ni gestos, pero tal vez su sombra puede compartirse”.

Aguada sobre papel. Liliana Ang

María Mrntrd muestra una “Videoproducción audio y nueces en suelo y pared” y nos dice que… “La necesidad de creación avanza poco a poco; como a tientas por la oscuridad. No se pretende cambiar en ninguno de sus aspectos caprichosos, salvajes o aleatorios. Una vez se está en él, existe un estado de tranquilidad perpetua, por el simple hecho de encontrarse “en busca de algo” que no se sabe con certeza que llegará”.

Nueces en el suelo. María Moreno

Maybuch Victorel con su “Fragilidad Lisa” nos dice … “Crear desde lo fragmentario. Se pueden mover los muebles sean interiores o exteriores. Se puede destruir ese espacio. Aunque no se nada de sonidos, sé reconocer el sonido de la ambulancia y el del ascensor cuando sube. Entiendo que las cosas se caen y se quiebran. Que mi cuerpo es la interfaz de esa caída, pero nunca sé si es caída o subida”.

Fragilidad Lisa. Maybuch Victorel

Mónica Montañés hace un “Viaje a la inversa 2020” Instalación audio de tres canales, reproductores mp3 y altavoces. “Esta pieza surge de mi imperiosa necesidad de darles voz a unas mujeres cuyas vidas han sido atravesadas por la migración. Darles cuerpo a través de la palabra. Crear un espacio donde ellas pudiesen contar sus historias, sus viajes, sus maletas, sus pérdidas, sus miedos, sus porqués. Lo hice porque todas ellas me conforman. Para intentar entenderlas. Entenderme”. 

Marta Ramos explica los audios de Mónica

Paloma Alberti con su archivo audiovisual  “Legado de las sin sombrero” confiesa que “Mi último mapa es una definición. Una definición como Mujer y como artista”. “Me he basado en el legado de las mujeres denominadas “sin sombrero”, la rama femenina de la Generación del 27. El nombre responde al gesto de quitarse el sombrero en público que protagonizaron Maruja Mallo o Margarita Manso, entre otras, en la Puerta del Sol. Esta actitud transgresora pretendía romper la norma y, metafóricamente, en ausencia de la pieza que tapa la cabeza, liberar las ideas y las inquietudes”. 

«Legado de las sin sombrero». (Paloma Alberti)

Santiago Hernández Zarauz lleva la edición de libros en la sangre y con su “Objetos impresiones libros” denominado “Elogio del editante 2020” se explaya así…”¿Quién hace un libro? El autor, sin duda, pero también el editor —o, mejor, el editante. En el curso de una reflexión sobre la fascinante historia del oficio de editar, se acuña este esclarecedor neologismo. Desde las imprentas venecianas del renacimiento hasta el escritorio de Gordon Lish, el editor se nos revela menos como un retocador que como una suerte de partera de libros”.

«Elogio del Editante». Santiago Hernández

Arte o comunicación. Las dos cosas. El arte comunica y la comunicación embellece las relaciones interpersonales porque las mejora. Otra cosa es la belleza del ser, propiedad óntica ya afirmada por Aristóteles. Relación Arte-Belleza, un tema demasiado complejo para unas líneas.

El visitante de la exposición tendrá, sin ninguna duda, la tentación de integrarse en esa comunidad en la que la creación artística, en sus más variadas facetas y técnicas, fluye por sus venas. En cualquier caso tendrá el sentimiento de estar presenciando unos comienzos prometedores de interesantes originalidades futuras.

SUBIÓ A LOS CIELOS

Después de su Resurrección, Jesucristo se apareció en repetidas ocasiones a sus discípulos. Su cuerpo resucitado tenía ya propiedades gloriosas, nuevas y sobrenaturales. Pero durante cuarenta días conversará familiarmente con ellos, comerá y beberá, mostrándoles con ello su plena y real humanidad.

“La última aparición de Jesús termina con la entrada irreversible de su humanidad en la gloria divina simbolizada por la nube (cf Hechos de los Apóstoles 1, 9) y por el cielo (cf Lucas 24, 51) donde él se sienta para siempre a la derecha de Dios (cf Marcos 16, 19; Hechos de los Apóstoles 2, 33; Salmo 110, 1)” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 659).

            Aún veladamente ostenta su gloria, antes de la Ascensión a los cielos, tal como aparece en sus palabras a María Magdalena: “Todavía no he subido al Padre. Vete donde los hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Juan20, 17). Sólo después de la Ascensión su exaltación gloriosa será completa. Ningún hombre puede llegar al cielo sólo con sus fuerzas humanas: “Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre” (Juan 3, 13). Para poder participar de la vida y de la felicidad de Dios, Cristo nos abre el camino, “ha querido precedernos como cabeza nuestra para que nosotros, miembros de su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su Reino” (Misal romano, Prefacio de la Ascensión).

            La elevación de Cristo en el patíbulo de la Cruz ha sido el inicio de su triunfo y de su elevación a los cielos: “Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Juan12, 32). “Jesucristo, el único Sacerdote de la Alianza nueva y eterna, no «penetró en un Santuario hecho por mano de hombre…, sino en el mismo cielo, para presentarse ahora ante el acatamiento de Dios a favor nuestro» (Hebreos 9, 24). En el cielo, Cristo ejerce permanentemente su sacerdocio. «De ahí que pueda salvar perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor» (Hebreos 7, 25)” (Catecismo…, n. 662).

            Desde entonces, está sentado a la derecha del Padre: “Por derecha del Padre entendemos la gloria y el honor de la divinidad, donde el que existía como Hijo de Dios antes de todos los siglos, como Dios y consubstancial al Padre, está sentado corporalmente después de que se encarnó y de que su carne fue glorificada”  (SAN JUAN DAMASCENO, De fide ortodoxa 4, 2).

            Con ello se inicia el reino del Mesías, tal como estaba profetizado desde antiguo, acerca del Hijo del hombre: “A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás” (Daniel 7, 14). Los Apóstoles serán testigos y propagadores del “Reino que no tendrá fin” (Símbolo de Nicea-Constantinopla).

 “Queda tanto por hacer. ¿Es que, en veinte siglos, no se ha hecho nada? En veinte siglos se ha trabajado mucho; no me parece ni objetivo, ni honrado, el afán de algunos por menospreciar la tarea de los que nos precedieron. En veinte siglos se ha realizado una gran labor y, con frecuencia, se ha realizado muy bien. Otras veces ha habido desaciertos, regresiones, como también ahora hay retrocesos, miedo, timidez, al mismo tiempo que no falta valentía, generosidad. Pero la familia humana se renueva constantemente; en cada generación es preciso continuar con el empeño de ayudar a descubrir al hombre la grandeza de su vocación de hijo de Dios, es necesario inculcar el mandato del amor al Creador y a nuestro prójimo” (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ. Es Cristo que pasa, n. 121). 

La Ascensión del Señor a los cielos nos sugiere un horizonte de eternidad: “el Cristo que nos anima a esta tarea en el mundo nos espera en el Cielo (…). Cuidemos, sin embargo, de no interpretar la Palabra de Dios en los límites de estrechos horizontes. El Señor no nos impulsa a ser infelices mientras caminamos, esperando sólo la consolación en el más allá. Dios nos quiere felices también aquí, pero anhelando el cumplimiento definitivo de esa otra felicidad, que sólo Él puede colmar enteramente (…) . Cristo nos espera. «Vivimos ya como ciudadanos del cielo» (Filipenses 3, 20), siendo plenamente ciudadanos de la tierra, en medio de dificultades, de injusticias, de incomprensiones, pero también en medio de la alegría y de la serenidad que da el saberse hijo amado de Dios. Perseveremos en el servicio de nuestro Dios, y veremos cómo aumenta en número y en santidad este ejército cristiano de paz, este pueblo de corredención” (Es Cristo que pasa, n. 126).

BOTERO: «60 AÑOS DE PINTURA»

Madrid, en el CentroCentro del Ayuntamiento, plaza de Cibeles, acoge, desde el 17 de septiembre hasta el 7 de febrero de 2021, la exposición “Botero. 60 años de pintura”. Con sus 67 lienzos es la mayor muestra dedicada en Europa al artista colombiano.

Con sincero entusiasmo y firme voluntad de revitalizar cuanto antes la vida cultural de Madrid después de los daños producidos por confinamiento, el alcalde de la capital José Luis Martínez Almeida inauguró el pasado día 16 una exposición de obras del pintor colombiano universal Fernando Botero. Hablar de este artista iberoamericano, cuyo fuerte impacto en el mundo del arte permanece inalterado desde hace muchas décadas, es sin duda tarea de especialistas, grupo al que no me considero pertenecer. Para los interesados en profundizar en la personalidad de Botero, el sentido de su pintura y la importancia de esta exposición, ha sido preparada una excelente documentación que animará a la asistencia presencial, con estrictas medidas de seguridad,  que puede consultarse en https://bit.ly/30nLKHT Conteniene una detallada biografía del artista, un interesante estudio titulado “La fortaleza del universo de Botero” y una entrevista realizados por la Comisaria de la exposición Cristina Carrillo de Albornoz.

El Alcalde de Madrid Martínez Almeida durante la presentación de
«BOTERO 60 años de pintura»

El no ser un especialista no me impide hacer algunas reflexiones, aunque sea solo porque cada vez que vuelvo a casa por la Castellana dejo a estribor de mi coche una inmensa mano regordeta -supongo que de bronce- brillando a la luz del sol. No se si me hace una higa o una llamada para que atienda a un subliminal mensaje, posiblemente las dos cosas, pero lo que si consigue es que frecuentemente piense en Botero, su autor.

Debo tener involuntarios reflejos hegelianos porque simultáneamente a la visión de la regordeta mano surgen de mi inconsciente, como impertinentes interferencias, imágenes de esculturas de Jacometti. Para intentar llegar a la síntesis de estas contradicciones acudí con esperanza al libro “La deformación en el arte”, aprendí cosas interesantes pero la síntesis no se produjo. Entonces funcionó mi subconsciente para sustituir al oscuro filósofo y aparecieron en mi imaginación, de manera bastante espontánea, las tres gracias de Rubens. No eran la síntesis deseada pero de momento y a la espera de soluciones filosóficamente más fundamentadas, podía servir. Puestos a evaluar en tal dilema mis preferencias artísticas me decanto desde luego por Botero. 

«Bailarina en la barra» BOTERO 2001

Vistas superficialmente sus exuberantes figuras, en una primera aproximación, pueden parecer representantes realzados de una sociedad autocomplaciente y vacía. Podría aplicárseles una idea expresada por algún autor espiritual refiriéndose a aquellos que en su vida social o profesional suben y suben a fuerza de pesar poco. Figuras vacías de contenido pero insultantemente opulentas y perfectamente encajadas en una sociedad que parece alimentarlas solo para el matadero. Pero hay que fijarse en los detalles, más que en los volúmenes. Las miradas fijas, con ojos que recuerdan a los de los personajes de Goya, no están endurecidas, manifiestan una cierta ternura y asombro. La primera impresión un poco repulsiva se va diluyendo ayudada por una gama de colores en la mayoría de los casos atemperados por una suavidad que esconde un profundo análisis de los efectos locales. A Van Gogh le fascinaban los grises de la naturaleza. A mi me fascinan los pintores que sobre unas gamas grises manifiestan una diversidad de contrastes y color que resulta casi mágica. Me parece que Botero tiene facetas que van en esa dirección, aunque “doctores tiene la iglesia”.

Fernando Botero. «La Cuadrilla» (2012)

Todos los cuadros de la exposición son óleos sobre lienzo menos uno que es una acuarela sobre lienzo. Le preguntaré a mi amigo y excelente profesor acuarelista Emmanuel Luna, como puede compaginarse base de lienzo con acuarela y que tratamiento previo, si lo hay, es necesario aplicar a la tela. Habrá que pedirle una clase en su “Cobalto Academia” especialmente dedicada al tema. No puedo decir que esa acuarela valga toda la exposición de Botero pero habría un hueco de no haber sido expuesto nada con esa técnica que es ideal para crear ambientes de una espontaneidad muy difícil de obtener con los óleos. Es un motivo más para no perderse esta fantástica exposición de un artista iberoamericano que ha ido recorriendo el mundo no solo degustando a sorbos aquellos mensajes contenidos en lo más exclusivo de la pintura universal sino devolviendo a la sociedad contenidos recreados renovados con una personalidad fascinante. 

Fernando Botero. Acuarela sobre lienzo (2019)

QUIÉN ES EL ESPIRITU SANTO

¿Quién es el Espíritu Santo? Para muchos continúa siendo todavía el Gran desconocido. Pero dentro de la luminosa obscuridad del misterio, alcanzamos un cierto conocimiento. Y así en el misterio capital del cristianismo, la Santísima Trinidad, tenemos un conocimiento por la fe y por la experiencia personal del alma, de cada una de las tres divinas Personas.

La Santísima Trinidad.(Talla en piedra S XIV)

Así sabemos del Padre eterno, a quien especialmente se atribuyen la creación y la omnipotencia. Y de Dios Hijo, que se hizo hombre por nuestra salvación. Sin embargo, conocemos menos al Espíritu Santo, a pesar de su acción constante y eficaz en cada uno de nosotros. “El Espíritu Santo con su gracia es el primero que nos despierta en la fe y nos inicia en la vida nueva que es: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo (Juan 17, 3). 

En el tiempo es el último en la revelación de las personas de la Santísima Trinidad” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 684). Así lo explica un Padre oriental de la Iglesia: “El Antiguo Testamento proclamaba muy claramente al Padre, y más obscuramente al Hijo. El Nuevo Testamento revela al Hijo y hace entrever la divinidad del Espíritu. Ahora el Espíritu tiene derecho de ciudadanía entre nosotros y nos da una visión más clara de sí mismo. En efecto, no era prudente, cuando todavía no se confesaba la divinidad del Padre, proclamar abiertamente la del Hijo y, cuando la divinidad del Hijo no era aún admitida, añadir el Espíritu Santo como un fardo suplementario si empleamos una expresión un poco atrevida… Así por avances y progresos de gloria en gloria, es como la luz de la Trinidad estalla en resplandores cada vez más espléndidos” (S. GREGORIO NACIANCENO, Orationes theologicae 5, 26).

            La fe cristiana acerca del Espíritu Santo ha sido expresamente manifestada en muchas ocasiones, a lo largo de estos veinte siglos. Así la enuncia el Concilio XI de Toledo, del año 675: “El Espíritu Santo, que es la tercera persona de la Trinidad, es Dios, uno e igual al Padre y al Hijo, de la misma substancia y también de la misma naturaleza. Por eso, no se dice que es sólo el Espíritu del Padre, sino a la vez el Espíritu del Padre y del Hijo”. Y antes, el Concilio de Constantinopla del año 381 había declarado que: “Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria”.

            Como la acción del Espíritu es callada, silenciosa, puede pasar fácilmente desapercibida: sin embargo El es quien hace posible en el cristiano el conocimiento de fe, el trato personal con Jesucristo Redentor, la captación de nuestra filiación con respecto a Dios Padre. La vida de la Gracia, que comienza en el Bautismo, tiene como impulsor al Espíritu Santo (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 683).

            Hay una Economía divina, que es la dispensación de los bienes espirituales a los hombres para su salvación y plena felicidad. En ella “el Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del Designio de nuestra salvación y hasta su consumación. Pero es en los últimos tiempos, inaugurados con la Encarnación redentora del Hijo, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona” (Ibidem, n. 686).

EL PROCESO DE JESÚS

Los Evangelios relatan detalladamente cómo fue el proceso que llevó a Jesús a la muerte, y las circunstancias que concurrieron en él. Entre las autoridades religiosas judías no había una posición unánime. 

Ecce Homo. Oleo sobre cobre (S XVII)

Personajes notables como José de Arimatea o el fariseo Nicodemo eran en secreto discípulos de Jesús, y durante mucho tiempo los dirigentes discutieron acerca de la persona y la doctrina de Jesús. San Juan afirma en su Evangelio que “un buen número creyó en él” (12, 42), si bien de un modo débil. Poco después de Pentecostés “multitud de sacerdotes iban aceptando la fe” (Hechos de los Apóstoles 6, 7), y “algunos de la secta de los fariseos… habían abrazado la fe” (Ibidem 15, 5). Más tarde, Santiago dice a San Pablo que “miles y miles de judíos han abrazado la fe, y todos son celosos partidarios de la Ley” (Ibidem 21, 20).

            Ante la predicación de Jesús y el creciente número de los que le seguían, los fariseos habían decidido excluir de la Sinagoga a sus partidarios. Los sumos sacerdotes, movidos por una preocupación exclusivamente política, estaban temerosos y pensaban que “todos creerían en él; y vendrían los romanos y destruirían nuestro Lugar Santo y nuestra nación” y el sumo sacerdote Caifás dijo, profetizando inconscientemente: “Es mejor que muera uno solo por el pueblo y no que perezca toda la nación” (Juan 11, 48-50). Cuando el Sanedrín condenó a muerte a Jesús, por lo que consideraban una blasfemia: llamarse Hijo de Dios, le llevaron ante Poncio Pilatos, Procurador romano, para que éste lo sentenciase a muerte con todas las de la ley. Ante Pilatos las acusaciones son de corte político: las que el romano podía entender. Y también son políticas las presiones y amenazas que le hicieron para que éste cediera a sus deseos.

            ¿Quién  es, entonces, el culpable de la muerte de Jesús? Indudablemente hay una clara responsabilidad por parte de quienes tuvieron una intervención protagónica  en el proceso: Judas, Caifás, Pilatos. Pero no sería justo atribuir esta responsabilidad indiscriminada y colectivamente a los judíos de Jerusalén. La muchedumbre que grita pidiendo la muerte de Jesús fue manipulada por sus dirigentes, y después de Pentecostés  las recriminaciones dirigidas al pueblo no son una acusación sino una llamada a la conversión. “El mismo Jesús perdonando en la Cruz (cf Lucas 23, 34) y Pedro siguiendo su ejemplo apelan a «la ignorancia» (Hechos de los Apóstoles 3, 17) de los judíos de Jerusalén e incluso de sus jefes. Y aún menos, apoyándose en el grito del pueblo: «¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!» (Mateo 27, 25), que significa una fórmula de ratificación (cf Hechos de los Apóstoles 5, 28; 18, 6), se podría ampliar esta responsabilidad a los restantes judíos en el espacio y en el tiempo” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 597). Resulta muy cómodo y muy injusto echar la culpa de la muerte de Jesús a los judíos. El Concilio Vaticano II afirma: “Lo que se perpetró en su pasión no puede ser imputado indistintamente a todos los judíos que vivían entonces ni a los judíos de hoy… No se ha de señalar a los judíos como reprobados por Dios y malditos como si tal cosa se dedujera de la Sagrada Escritura” (Declaración Nostra aetate, n. 4).

            Determinando culpabilidades, no hay que olvidar que “los pecadores mismos fueron los autores y como los instrumentos de todas las penas que soportó el divino Redentor” (Catecismo Romano I, 5, 11). Todos los hombres, y en particular los cristianos, tenemos la responsabilidad de la pasión de Jesús, muerto por nuestros pecados. “Debemos considerar como culpables de esta horrible falta a los que continúan recayendo en sus pecados. Ya que son nuestras malas acciones las que han hecho sufrir a Nuestro Señor Jesucristo el suplicio de la cruz, sin ninguna duda los que se sumergen en los desórdenes y en el mal «crucifican por su parte de nuevo al Hijo de Dios y le exponen a pública infamia» (Hebreos 6, 6). Y es necesario reconocer que nuestro crimen en este caso es mayor que el de los judíos. Porque según el testimonio del apóstol, «de haberlo conocido ellos no habrían crucificado jamás al Señor de la Gloria» (1 Corintios 2, 8). Nosotros, en cambio, hacemos profesión de conocerle. Y cuando renegamos de Él con nuestras acciones, ponemos de algún modo sobre Él nuestras manos criminales” (Catecismo Romano I, 5, 11). Tal como afirma también San Francisco de Asís (Admon. 5, 3): “Y los demonios no son los que le han crucificado; eres tú quien con ellos lo has crucificado y lo sigues crucificando todavía, deleitándote en los vicios y en los pecados”.

EXPRESIONISMO MEDITERRÁNEO EN LA PINTURA DE RAFAEL MARTÍNEZ DURBÁN

Cuarenta años de veranos en Ibiza, seis en Italia, cuatro en Tarragona me han hecho captar una verdad casi de fe; el Mediterráneo imprime carácter. Verdad confirmada una vez más al analizar, no con ojos de amigo sino con mirada de pretendido “connaisseur”, varios años de la pintura del periodista almeriense Rafael Martínez Durbán. ¿Periodista o pintor? 

Si dejáramos de lado la profesión a la qué ha dedicado su vida “laboral” sería fácil decidirse por pintor. La contradicción es solo aparente. Comunicar es una actividad que como tal obedece a algunas reglas éticas y técnicas pero que cumplidas escrupulosamente no garantizan la penetración del mensaje. Comunicar tiene una dimensión personal que lo acerca a la categoría de arte. Esa inspiración, no sujeta a normativa técnica alguna, es el puente que une la pintura de Rafael a la actividad profesional de Martínez Durbán.

La elección de las modalidades, acrílicos y acuarelas fundamentalmente, me parece acertada y propia de un artista acostumbrado a bregar con la novedad de cada día, lo que no permite demasiadas dudas y retoques. Los acrílicos, a veces utilizados con técnicas mixtas, son ideales para reflejar las profundidades de luces y sombras de los entornos marítimos mediterráneos mientras la acuarela, cuando no pretende “fotografiar”, es medio adecuado para indicar matices y ambientes, sugerir formas y dejar al espectador que complete por su cuenta y riesgo lo que el blanco del papel y la transparencia del color inspiran. Si quisiera resumir en una frase lo que me sugiere la pintura de Rafael Martínez Durbán diría; un expresionismo luminoso y colorista que nada tiene que ver con el de raíz germánica, y que refleja, dramatizándola, la potencia sugestiva de la luz mediterránea.

Agustín Alberti

EL MISTERIO DE CRISTO

Respecto a la vida de Cristo, los artículos del Credo nos hablan solamente de la Encarnación (concepción y nacimiento) y de la Pascua (pasión, crucifixión, muerte, sepultura, descenso a los infiernos, resurrección, ascensión). Es lógico, ya que el Credo es solamente un resumen de la fe cristiana de todos los tiempos: desde el siglo I hasta nuestros días, y de ahí en adelante. 

Cristo en la cruz (Obra de Rafael Martínez Durbán)

Precisamente alrededor de los misterios de Navidad y Pascua se constituye el ciclo anual de la Liturgia, en que conmemoramos y revivimos la vida entera de Jesucristo.

            Los Evangelios nos relatan diversos acontecimientos de su vida oculta y de su vida pública, pero solamente algunos de ellos: aquellos que son necesarios para nuestra fe y nuestra vida cristiana, sin dar pábulo a la curiosidad humana, con una encantadora sencillez. El misterio de Cristo se nos revela a través de unos hombres de la primera generación cristiana, que inspirados por el Espíritu Santo nos manifestaron todo y sólo lo que necesitamos saber. “Desde  los pañales de su natividad (Lucas 2, 7) hasta el vinagre de su Pasión (cf Mateo 27, 48) y el sudario de su resurrección (cf Juan 20, 7), todo en la vida de Jesús es signo de su Misterio. A través de sus gestos, sus milagros y sus palabras, se ha revelado que «en él reside toda la plenitud de la divinidad corporalmente» (Colosenses 2, 9). Su humanidad aparece así como el «sacramento», es decir, el signo y el instrumento de su divinidad y de la salvación que trae consigo: lo que había de visible en su vida terrena conduce al misterio invisible de su filiación divina y de su misión redentora” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 515).

            Hay unos rasgos comunes a todos los aspectos del Misterio de Jesús. En primer lugar toda su vida es Revelación de Dios Padre a los hombres: sus palabras y sus obras, su modo de proceder, lo que habla y lo que calla, su cumplimiento esmerado de la voluntad divina, el amor que nos manifiesta: “Quien me ve a mí, ve al Padre” (Juan 14, 9).

            Además toda la vida de Jesucristo constituye un Misterio de Redención, que se manifiesta especialmente por su pasión y muerte en la cruz, pero que está presente a lo largo de toda su vida terrena: la voluntaria pobreza y el trabajo ordinario, su obediencia a la Ley antigua, sus palabras de vida, las curaciones y expulsiones de demonios, su gloriosa Resurrección que es preludio y causa de la nuestra.

            La vida de Cristo es también Misterio de Recapitulación. “Todo lo que Jesús hizo, dijo y sufrió, tuvo como finalidad restablecer al hombre caído en su vocación primera: Cuando se encarnó y se hizo hombre, recapituló en sí mismo la larga historia de la humanidad procurándonos en su propia historia la salvación de todos, de suerte que lo que perdimos en Adán, es decir, el ser imagen y semejanza de Dios, lo recuperamos en Cristo Jesús (…). Por lo demás, ésta es la razón por la cual Cristo ha vivido todas las edades de la vida humana, devolviendo así a todos los hombres la comunión con Dios” (Catecismo…, n. 518).

La Sagrada Familia

            La riqueza del Misterio de Cristo es para todos y cada uno de los hombres. Él no vivió para sí mismo, sino para nosotros, desde que se encarnó «por nosotros los hombres y por nuestra salvación» hasta que murió «por nuestros pecados» (1 Corintios 15, 3) y resucitó «para nuestra justificación» (Romanos 4, 25). Después de su Ascensión a los cielos «es nuestro abogado cerca del Padre» (1 Juan 2, 1), «estando siempre vivo para interceder en nuestro favor» (Hebreos 7, 25). Por eso es preciso que nosotros participemos, como cristianos, en el Misterio de la vida de Cristo. Él es nuestro modelo. Esta consideración tiene una gran importancia, hasta el punto de que toda la vida cristiana puede ser considerada como una verdadera imitación de Cristo. Los hombres aprendemos imitando lo que nos parece digno de imitación, y no sólo cuando somos todavía niños. Los adultos también tratamos de incorporar a la propia vida todo aquello que nos parece verdadero y bueno de otras personas. Y sólo Jesucristo es perfecto hombre; todos los demás tenemos abundantes defectos. Él nos invita a ser sus discípulos y seguirle, en el amor a nuestro Padre Dios y por Él a nuestros hermanos. El Concilio Vaticano II afirmó con fuerza: “El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido en cierto modo con todo hombre” (Const. Gaudium et spes, n. 22). Y esa unión, por el don de la gracia asentada en el alma del cristiano, nos impulsa a seguirle de cerca, como cristianos coherentes, con la fe y también con las palabras y con las obras.

Rafael María de Balbín (rbalbin19@gmail.com)

DIBUJANDO ALGUNOS EJERCICIOS DEL NATURAL

La dificultad de reflejar en un dibujo rápido los matices más significativos del cuerpo humano es uno de los ejercicios permanentes imprescindible para todo aficionado. Estos de hoy son solamente un comienzo, con aspiraciones a mejorar.

JESÚS E ISRAEL

El Catecismo de la Iglesia Católica hace una interesante y matizada explicación de lo que significó la figura de Jesucristo para muchos de sus contemporáneos y a la vez de cómo precisamente Él nació, creció y desarrolló su misión universal de salvación a partir de un ambiente judío. 

Judíos ante el Muro de las Lamentaciones, único resto del Templo de Salomón

Desde los comienzos de su ministerio público encontró abundantes incomprensiones por parte de los dirigentes de Israel: fariseos, sacerdotes, escribas, ancianos. Malinterpretan la expulsión de demonios, el perdón de los pecados, las curaciones en día de sábado, su familiaridad  con los publicanos y pecadores públicos (cf n. 574). Muchas de sus palabras y de sus obras fueron para ellos aquel signo de contradicción que había profetizado en el Templo el anciano Simeón (Lucas 2, 34). A los ojos de muchos Jesús parecía actuar contra las instituciones fundamentales del Pueblo elegido, tales como la obligatoriedad de la Ley y su interpretación oral, el carácter central del Templo de Jerusalén como lugar privilegiado del culto a Dios, la fe en el  Dios único cuya majestad es inaccesible.

            Sin embargo Jesús declaró expresamente que él no había venido a acabar la Ley de la Antigua Alianza, sino a darle toda la plenitud de su sentido: “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una o un ápice de la Ley sin que todo se haya cumplido. Por tanto, el que quebrante uno de estos mandamientos menores, y así lo enseñe a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; en cambio el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los cielos” (Mateo 5, 17-19). 

El cumplió la Ley como nadie, pues conocía enteramente su sentido. Los judíos más observantes no cumplían la Ley en su totalidad, y por eso en la fiesta anual de la Expiación pedían perdón por las transgresiones. Cristo cumple la Ley no sólo en  la letra, sino en  el espíritu, lejos del formalismo hipócrita y exteriorista que se había introducido en las escuelas rabínicas. “La misma Palabra de Dios, que resonó en el Sinaí para dar a Moisés la Ley escrita, es la que en El se hace oír de nuevo en el Monte de las Bienaventuranzas (cf Mateo5, 1). Esa palabra no revoca la Ley sino que la perfecciona aportando de modo divino su interpretación definitiva: «Habéis oído también que se dijo a los antepasados… pero yo os digo» (Mateo 5, 33-34). Con esta misma autoridad divina, desaprueba ciertas «tradiciones humanas» (Marcos 7, 8) de los fariseos que «anulan la Palabra de Dios» (Marcos 7, 13). (…) Jesús, al dar con autoridad divina la interpretación definitiva de la Ley, se vio enfrentado a algunos doctores de la Ley que no recibían su interpretación a pesar de estar garantizada por los signos divinos con que la acompañaba (cf. Juan 5, 36)” (Catecismo…, n. 581-582).

            Al igual que los profetas anteriores Jesús profesó al Templo el más profundo amor y veneración. En él fue presentado a los cuarenta días de su nacimiento, en él permaneció por tres días a la edad de doce años, a él peregrinó con ocasión de las grandes fiestas del judaísmo. El Templo es la casa de Dios, su Padre, casa de oración. De él expulsará a los mercaderes que lo profanaban: “No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado” (Juan 16, 17). En la inminencia de su Pasión Jesús profetizó la ruina del Templo, del que no quedaría piedra sobre piedra, como efectivamente sucedió a la letra años después. Ese anuncio sería deformado para ser utilizado en su contra por sus enemigos. Pero nada más lejos de la realidad que una supuesta hostilidad de Jesús hacia el Templo, donde expuso sus más fundamentales enseñanzas. Pero el Cuerpo de Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, es el nuevo y verdadero Templo en que Dios habita. “Por eso su muerte corporal (cf Juan 2, 18-22) anuncia la destrucción del Templo que señalará la entrada en una nueva edad de la historia de la salvación: «Llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre» (Juan 4, 21)” (Catecismo…, n. 586).

            La misión redentora de Cristo, designio divino de salvación, rompía todos los estrechos esquemas humanos. El aceptó ser piedra de escándalo para las autoridades del Pueblo, tratando con afecto a los publicanos y pecadores, a despecho de los “que se tenían por justos y despreciaban a los demás” (Lucas 18, 9). Y afirmó: “No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores” (Lucas 5, 32). Jesús perdonó los pecados, y “¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?” (Marcos 2, 7). Con ello, y con la fuerza probativa de sus milagros, se manifiesta como el verdadero Hijo de Dios. Sus afirmaciones son categóricas: “Antes que naciese Abraham, Yo soy” (Juan 8, 58); “El Padre y yo somos una sola cosa” (Juan 10. 30). Las promesas de Dios a su Pueblo se cumplen de manera tan sobreabundante, que es El mismo en persona el que viene a salvarnos. Y la abierta proclamación de la divinidad de Jesucristo será la causa concreta del rechazo y condena a muerte  por parte del Sanedrín, la más alta instancia político-religiosa de los judíos. En sus miembros concurren la ignorancia, la incredulidad y el endurecimiento del corazón (cf. Catecismo…, n. 591).

LOS CIELOS DE MANUEL ALCALÁ

El fallecimiento en Málaga del Padre Manuel Alcalá López-Barajas S.J. el pasado día de san Juan Bautista, martes 24 de junio de 2020, ha tenido gran eco en Sevilla y en toda Andalucía, su tierra natal y teatro de su actividad. Ingresó en la Compañía de Jesús en 1943, estudió teología en Austria, se doctoró en Alemania y durante sus más de setenta y cinco años de jesuita desarrolló su ministerio por toda España

Su personalidad y sus saberes eran como un diamante de muchas facetas con reflejos en variadas galaxias y en muchos cielos, siempre límpidos y sin nubes. 

A mi familia y a mí nos cupo el gran honor de disfrutar de su amistad, de su consejo y de sus bendiciones en momentos importantes para nuestra vida. Son un bálsamo para la nueva peste.

A pesar del clima agobiante de mentiras, incompetencia y opresión en que hoy vivimos, deseo dejar constancia para sus muchos amigos, seguidores y discípulos, de los recuerdos perdurables que los Ortiz -Lola y nuestros cuatro hijos María, Marta, Antonio y José-María y sus descendientes-   guardaremos del Padre Alcalá. 

En esta ventana al mundo, abierta a la cúpula de San Pedro, contaré cuales fueron nuestras vivencias, muy unidas a su ministerio, pero con una especial relación de amistad.

Regresado yo a España desde mi destino como “cónsul-obrero” en Metz, en Lorena, en 1975, convencido de que iba a vivir momentos históricos en nuestra patria, conocí a Manuel Alcalá a través de Julia Martínez, mi amiga de infancia y su marido Joaquín Diez-Fuentes (RIP), ambos economistas y devotos de unas “tenidas” matrimoniales religioso-gastronómico-culturales, a donde alguna vez acudimos el matrimonio Ortiz López-Cámara. 

El abierto espíritu del cura Manolo, como le llamaban, nuestro común origen andaluz y mi especial vinculación con Sevilla nos hizo pronto intimar. La transición política de la dictadura a la monarquía parlamentaria –ambos nos sentíamos demócratas y defensores de las libertades públicas- la larga marcha para volver a ocupar nuestro lugar en Europa  -éramos europeístas convictos- el amor por el cine, reflejo de nuestro tiempo y mis estudios y formación en el colegio de Areneros, fueron un variado campo para el intercambio intelectual y humano.

Participantes en un grupo de amigos del P.Alcalá

En aquella época, vivimos y comentamos la magna tarea de la transición española, desde la muerte del General Franco y el comienzo del fin del nacional-catolicismo, hasta la Constitución de 1978, ratificada con amplia mayoría por referéndum de 6 de diciembre, de la que siempre estaremos orgullosos como ejemplo al mundo de un cambio pacífico y ejemplar hacia la democracia. El padre Alcalá nos confirmó con mente superior y experiencia europea las bondades de nuestra ejemplar transición; en el cielo de los santos patronos de las naciones celará por la patria atribulada.

Con nuestra marcha de nuevo al exterior en junio de 1976, a la UNESCO en París, y en septiembre de 1978 a mi primer puesto como embajador de España en Accrá, Ghana, los encuentros se redujeron, pero el afecto y el interés se incrementaron. 

Al regresar a Madrid en 1981 crecieron también nuestros contactos y asistimos y comentamos el triunfo en las elecciones de octubre de 1982 del Partido Socialista Obrero Español, bien conocido por el P. Alcalá a través de algunos de sus protagonistas sevillanos. A la parroquia de las Misas caseras les gustó menos el necesario cambio que abría una época política de sabor europeo, incluido el referéndum sobre la permanencia en la OTAN 12 de marzo de 1986, que costó sudores a los socialistas pero dio talla de dirigente europeo a González Márquez.

Me entristece en la distancia ver lo que va de ayer (maravilla) a hoy (ni sombra). Siempre entusiasta y bien pensado, nuestro amigo jesuita habrá llegado al cielo de nubes multicolor de los paraísos prometidos en la propaganda electoral.   

Durante nuestros cuatro años en el Consulado General en Berlín (1984-1988), rodeados por el vergonzoso muro de defensa del socialismo realmente existente , había motivos para encontrarse con Alcalá, como motivo, su germanofilia y magnífico conocimiento del idioma y su casi profesión añadida como periodista y crítico cinematográfico. María OLC recuerda haberle conocido en la presentación en la Berlinale de la exitosa película de Jaime de Armiñán Stico, muy debatida al tratar el tema de la esclavitud en tiempos contemporáneos, tan cerca del paraíso de la clase obrera en la RDA.

La boda de Marta en Santilla del Mar en septiembre de 1989 permitió a familiares y amigos apreciar las dotes pastorales y políglotas del P. Alcalá y fue para nosotros motivo de gratitud y afecto por tan plural jesuita. Los amigos y parientes franceses del novio quedaron encantados con “mon Père” y su mundología, a pesar de ser un jesuita español. La verdad es que toda la familia Ortiz y sus amigos y familiares que acudieron a Cantabria, aun sin buscar a «Gil Blas de Santillane», guardan el recuerdo de la bella ceremonia, con acertada homilía, cánticos montañeses y banquete en el Parador Nacional. Esta y muchas otras pruebas de su fidedigno ministerio habrán llevado su alma a la gloria de los confesores

Lola López-Cámara y su hija María con el P. Alcalá en 1989 con motivo de la boda de Marta Ortiz López-Cámara en la iglesia de Santillana del Mar
Matrimonio de Marta y Christophe en la colegiata de Santillana del Mar, oficiado por el
P. Manuel Alcalá (septiembre de 1989)

Tras el éxito francófono de la boda las relaciones familiares continuaron con el bautizo en Normandía de Charlotte, hoy día distinguida juez “de la Republique” en las cercanías de París. Creo con esto que el padre Alcalá disfrutará del cielo volteriano del Doctor Pangloss, tan poco apreciado en el colegio de Areneros, pues en sus aventuras francesas pudo comprobar “que tout est bon, tout est bien dans le meilleur des mondes”.

A finales de agosto del año siguiente 1990, la joven pareja, como decían los novelistas clásicos (celebramos ahora el año galdosiano), bendecido el fruto de su amor. 

El padre Manolo continúa amable su labor de capellán de la familia Ortiz y viajamos con él a Normandía y oficia el bautismo de la neófita en la iglesita de Écrainville. En su destino en el cielo de los bautistas protegerá a su bautizada en su difícil tarea de la administración de justicia de la República Francesa.

En las páginas de mi álbum familiar de fotos recojo el memorable viaje de Antonio y Lola con María, desde París donde nos citamos, hasta la pequeña localidad de Écrainville, cerca de Fécamp en la costa normanda. 

Con toda la humedad y oscuridad de la región contrasta la calidez y amabilidad de los abuelos franceses de la niña, quienes nos acompañan a la iglesita del pueblo, con su adjunto cementerio, donde reposan algunos de sus familiares y nos acogen en su «maison de maìtre» que me gusta llamar Chateau Joubert

Bautizo de Charlotte Joubert en la iglesia de Écrainville celebrado por el P. Manuel Alcalá

La Carrera Diplomática de Antonio continua con los inevitables altibajos de tal profesión en España. La experiencia de Europa Oriental del 68 al 82 le sirve para volver a Rumanía, ya en Europa central en 1992. Seguidor de nuestro caminar por el mundo y conocedor de las religiones, los santos eremitas del desierto, los primeros cismas, los ortodoxos de Europa oriental y temas conexos, quiso venir a Bucarest Rumanía, para comprobar si lo que contaba en sus libros era cierto…Decía mi recordado padre Antonio Ortiz Muñoz que algún periodista pobre escribía libros de viajes para pagar los pasajes e ir a conocer de verdad la realidad imaginada.

En una semana de intensa convivencia, del viernes 17 de septiembre al viernes 24 de  1993 el pater me sometió a examen exhaustivo sobre diplomacia, diplomáticos nacionales y extranjeros, política exterior, protocolo, asuntos consulares, historia, comunismo y otros totalitarismos y un largo etcétera. En su último destino en el cielo de los justos  tendrá amplia materia de comentario con el  Arcángel San Gabriel, patrono (políticamente olvidado por la nueva normalidad) de la Carrera Diplomática Española.

Años después nuestros queridos gabachos completan la familia. Nace en París Fabiola Joubert Ortiz, el 23.07.98.

En un viaje de complicada logística, vamos todos al bautizo de la menor de nuestras nietas francesas. El sábado 5 de febrero del 2000, el ya experimentado capellán titular de la familia Ortiz bautiza a la pequeña bajo el áspero clima normando.

Almuerzo de celebración del bautizo de en el Chateau Joubert, de Fabiola Joubert Ortiz.
En primer termino el P. Alcalá

Una nueva y para la más alegre desde el fin de mi vida administrativa, que recuerdo y aparece con reiteración en mis felices sueños, fue la boda de nuestra primogénita María con Iñigo Ramilo Rodríguez de Robles en la Iglesia del Espíritu Santo de Madrid el 13 de mayo de 2006. El Padre Alcalá, como siempre y con cariñosa y sentida plática, nos acompañó en el acontecimiento que celebramos como las bodas de Caná, en el bello templo del saber, donde también contrajimos matrimonio Lola y yo, aparece una gloria resplandeciente en la que nuestro sabio capellán podrá alternar como escritor sacro con San Leandro y San Isidoro. 

El P Alcalá celebrando la boda de María Ortiz con Iñigo Ramilo Rodriguez de Robles en la iglesia del Espíritu Santo de Madrid (13-05-2006)

La ciudad de Sevilla y las Cofradías fueron nexo de unión con el Padre Alcalá. Nuestro común origen andaluz y su residencia hispalense en los últimos años de su vida activa nos llevaron a uno de nuestros últimos encuentros. Los descendientes de los hermanos Ortiz Muñoz celebramos, después de larga preparación, una gran reunión de todos los Ortizes. Todos muy católicos apostólicos y romanos pensaron en una misa en la considerada hermandad de la familia: la Pontificia, Real e Ilustre Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús del Silencio en el Desprecio de Herodes, María Santísima de la Amargura Coronada, San Juan Evangelista y Santa Ángela de la Cruz.  Se preveía celebrar una Misa en recuerdo de nuestros mayores, en el Templo de San Juan de la Palma, visitar el tesoro cofradiero acompañados por el hermano mayor Pepe Pueyo Ortiz, y una convivencia y banquete el 3 de noviembre de 2007. 

Resultó que tanto capillita, como dicen los sevillanos y el día antes del acto se dieron cuenta de que no tenían un cura. Fue el primo Antonio quien los sacó del hoyo llamando a su amigo el del cineclub, al que bastantes parientes conocían. Todos se lo agradecieron mucho y creo que lo pasó muy bien en el convite en el tradicional círculo de labradores en sus instalaciones junto al río. Lo comentará con nuestros Sagrados Titulares en el cielo de la Pasión sevillana

El P Alcalá oficiante de la misa celebrada con motivo de la reunión familiar de los Ortiz

Las enseñanzas del Padre Alcalá y su permanente predicar evangélico nos impulsó probablemente a volver a Tierra Santa, donde seguimos las huellas de Jesús, quien con su nombre inspiró la Compañía a la que dedicó su vida nuestro “sermoneador”.

En el álbum de recuerdos aparece Lola en los jardines de la gruta de Belén en marzo de 2007 con la Duquesa Viuda de Fernández-Miranda, cuyo esposo, también R.I.P. fue máximo artífice de nuestra feliz monarquía constitucional restaurada por el meritorio rey Juan Carlos. 

En su cielo de los predicadores, nuestro amigo Manolo será protector de la estructura constitucional que garantiza la convivencia, la unidad y la democracia de nuestra España y protegerá al monarca Felipe VI el esforzado, de los insidiosos y traicioneros ataques de las fuerzas del mal.

Lola López-Cámara charlando con la viuda duquesa de Fernández-Miranda en los jardines de la Gruta de Belen, custodiada por los Franciscanos de Tierra Santa (Marzo de 2007)

 El último acto, más bien epílogo, fue el cumplimiento de los deseos muy insistentes y reiterados del jesuita –la perseverancia es una de sus virtudes para que escribiera sobre mi profesión de toda vida. Por fin en 2013 y en la Colección la Valija diplomática publique un libro, Las papeleras del Reino, que en buena lógica regalé con inevitable dedicatoria. «Como inspirador de estas líneas, aunque no memorias y con la esperanza de un juicio benévolo, aunque inmerecido por mis pecados muy variados». 

Antes e inspirados por nuestros viajes por Francia y disfrutando del buen humor, sin sarcasmo y poco burlón del clérigo, mis amigos y yo decidimos inventar el Alcalá santo. En la región de Dijon se estila el “Kir Royal”, una bebida a base de Champagne con cuatro cucharitas de crema de cassis, cerezas negras. Mi propuesta fue substituir el espumoso francés por cava catalán. Propongo a los eventuales lectores de estas líneas que brinden a la memoria de nuestro recordado mentor, deseándole gloria en el cielo del fruto de la vid y del trabajo del hombre. Salutem pluriman.  

Portada del libro «Las Papeleras del Reino» escrito por Antonio Ortiz en el que se recogen reflexiones, anécdotas y hechos de su vida como diplomático al servicio de España

Querido Manuel Alcalá S.J. hubiera sido muy difícil decirte adiós en persona. Descansa en paz en el séptimo cielo, con las estrellas, los astros de la pantalla y todos los amantes del cinematógrafo.

Tu marcha ha sido, como siempre, amable y silenciosa. Creo que tienes todavía mucho que hacer por esta familia y por tus muchísimos amigos, discípulos y devotos. Requiescat in pace. Et lux perpetua luceat ei. Amén. 

Antonio Ortiz García (Embajador de España)

Madrid, 12 de julio de 2020