LIBERTAD SI, COMUNISMO NO

La  última guerra civil, la cuarta desde la expulsión de los franceses, es una enorme tragedia, cuyos efectos todavía sufrimos los españoles.

Dada mi provecta edad, puedo recordar las variadas manifestaciones callejeras durante el franquismo. Son diferentes de las que aparecen en Telesánchez, al dictado de las consignas de los asesores de imagen del gobierno de coalición del nuevo frente popular, y siguiendo la normativa de la mal llamada memoria histórica, más bien desmemoria. 

Los jóvenes de hoy, si vieren la TVE, llegarían a creer que la segunda República fue un  régimen de grandes éxitos políticos, sociales y económicos, superó al fascismo y triunfó tras el golpe de 1936. La  última guerra civil, la cuarta desde la expulsión de los franceses, es una enorme tragedia, cuyos efectos todavía sufrimos los españoles.

Mi infancia, mi juventud y mi primera madurez transcurrieron durante la dictadura, cuyos últimos meses alcancé a ver en Madrid, a donde conseguí regresar de mi destino cesando en Francia el dos de mayo de 1975, fecha muy adecuada para despedirme de la vecina República. Insistí mucho a mis superiores del Ministerio de Asuntos Exteriores para volver, pues estaba convencido de que iba a pasar algo importante en breve. Y en efecto, pude asistir en primera fila –en cumplimiento de mis obligaciones profesionales-  al entierro del General Francisco Franco, con la asistencia de Pinochet y algún otro dirigente del estilo. 

Desde mi vuelta a la patria, inicié una columna de reflexiones políticas en el semanario EL EUROPEO, que aspiraba a ser un modestísimo  TIME, como ansiábamos su editor y el equipo de redacción. Firmaba con un pseudónimo algo críptico 36 + 39 = 75, que permitía diversas cábalas. En las tambaleantes estructuras de nuestro régimen totalitario de vía ya muy estrecha, mi ministerio no permitía en teoría fantasías liberales ni participación en críticas de imprenta. Luego continuó la epopeya de la transición democrática… y no debo irme ahora por las ramas.

Pero en esta ventana al mundo iba a contar mis recuerdos de los españoles, muchos españoles, manifestándose en calles y plazas y escandando antes de algún referéndum FRANCO SI, COMUNINISMO NO, FRANCO SI COMUNISMO NO, en concentraciones de autobús y bocadillo,  que daban muy bien en la televisión del régimen (siempre lo ha sido). 

Ya en el 54 y 55 cambiaron las consignas; GIBRALTAR ESPAÑOL, que derivaban en LIBERTAD, ELECCIONES y otros gritos que nos forzaban a correr delante de “los grises”  por la calle de San Bernardo al salir de la Facultad de Derecho, que se trasladó a toda prisa a la ciudad universitaria aquel año. 

La Universidad Central en la calle de san Bernardo

Desde entonces y hasta 1967, cuando salí de España hacia mi primer destino diplomático en la Republica Dominicana, del Caribe la más bella, como decían los merengues con toda razón, vi y oí, y a veces también corrí, gritos muy variados gritos desde ELECCIONES YA,  AMNISTIA, y muchos de FUERA FUERA,  LIBERTAD,. tal como ahora pero sin repique de cacerolas golpeadas, que debe ser una importación de Argentina. 

En los tiempos de la nueva peste y con el arresto domiciliario que se espera prorrogar al máximo para evitar concentraciones masivas (como ya hubo el pasado 8 de marzo), más de uno teme que con las medidas de reducción del turismo y de muchas actividades económicas se llegue al objetivo encubierto de destrucción del capitalismo y de los capitalistas.

Por mi experiencia del socialismo real (reel exisirinde socialismus) sé que para la construcción del socialismo el primer paso es la destrucción del capitalismo. Mis cuatro años, 1968-1972, en el paraíso marxista-leninista de Ceausescu, el genio de los Cárpatos, el hijo más amado del pueblo y otros elogios que dejan chico al centinela de occidente, me inocularon una duradera inmunización de anticomunismo. Recibí una segunda dosis de vacuna en la Republica Democrática Alemana en 1976, confirmada por cuatro años entre 1984 al 88, rodeado por el muro de Berlín, frontera de defensa antifascista en la terminología del antiguo sector soviético. 

Al ver lo que ahora vivo, pienso que esta vacuna no sirve para nada útil y pido al cielo que se descubra pronto y con eficacia la que todo el  mundo necesita.

Todos estos días, cerca de mi casa en Madrid, y cada vez en más en otros barrios de la capital escucho a gentes de toda edad que piden libertad y dimisión. Quizás alguno piense que los comunistas con los nuevos socialistas, más bien “sanchistas”, que forman la coalición de gobierno contra la que protestan, van a acabar con la actual monarquía parlamentaria y el régimen democrático que disfrutamos en la Unión Europea, que también se ve atacada por chalecos amarillos, partidarios del BREXIT,  izquierdistas extremos,  anarquistas, chavistas venezolanos, revolucionarios a la cubana, peronistas golpistas y demás canalla.

Estamos todavía muy lejos, no creo que lleguemos, pero hay ya un cierto tufillo y un humo lejano de quema de ideas y teorías, no creo que de conventos, como alguien que trona contra la Iglesia soñaría. 

Creo que sólo hay dos clases de comunistas: unos como el fallecido Julio Anguita, (RIP)  “dogmático incuestionable, orgulloso e iluminado por el halo de la utopía”,  como dice el más certero comentarista del reino, Ignacio Camacho en ABC. De esta clase no vi a ninguno en Rumanía, mi “paraíso de la clase obrera, campesina e intelectual” que yo viví durante cuatro años.

Alguno si encontré, pero fuera del telón de acero. Los otros, la mayoría, eran aprovechados y caraduras, aparachiks como mucha clase política profesional de hoy y aquí, que vivían a lo grande y disfrutaban de sus cortijos de esclavos sometidos. Estos son los que en España asustan a los manifestantes de las caceroladas.

Yo no quiero salir a golpear las señales de tráfico con palos de golf, ni machacar cacerolas, aunque sea con cucharas de plata, pero tampoco deseo vivir en ningún país sin libertades semejante a Cuba,  Nicaragua, Venezuela o Corea del Norte. 

Por eso seguiré diciendo todo lo alto que pueda y en todos los foros posibles  LIBERTAD SI, COMUNISMO NO, LIBERTAD SI COMUNISMO NO.

Y  salud, paz y bien para todos los supervivientes. Que los fallecidos por la pandemia y otras causas inconfesables descansen en paz. Mi más sentido pésame a sus deudos, familiares y amigos entre los que me cuento.

Antonio ORTIZ GARCIA. Embajador de España

EN BUENAS MANOS

Cuando Dios llevó a cabo la creación del mundo, éste no quedó plenamente acabado. Vivimos en un universo dinámico, en el que hay un perfeccionamiento gradual hasta alcanzar la perfección mayor a que Dios lo destinó. Los designios divinos para llevar la obra de la creación hacia su plenitud son llamados divina providencia: por ella Dios cuida de todas y cada una de sus criaturas: “Nuestro Dios en los cielos y en la tierra, todo cuanto le place lo realiza” (Salmo 115, 3).

Jesucristo, al revelarnos la paternidad divina, nos invitó a abandonarnos confiadamente en las manos de Dios: “No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber? (…). Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas estas cosas se os darán por añadidura” (Mateo 6, 31-33).

            En su sabiduría y poder, Dios ha querido hacer participar a las criaturas en la realización de sus designios. Con ello nos promueve, nos eleva y perfecciona. El hombre, con su trabajo somete y domina la tierra (cf. Génesis 1, 26-28), completando así la obra de la creación como causa inteligente y libre. Somos cooperadores libres de los planes de Dios merced a nuestras acciones, oraciones y sufrimientos. Dios ha querido nuestra colaboración en la realización de su providencia: “Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece” (Filipenses 2, 13). Hasta que podamos alcanzar nuestra salvación y felicidad con la gracia de Dios.

            Hay quienes ante la presencia terrible del mal en el mundo desconfían de la sabiduría, de la bondad o del poder divino. “Si Dios Padre Todopoderoso, Creador del mundo ordenado y bueno, tiene cuidado de todas sus criaturas, ¿por qué existe el mal? A esta pregunta tan apremiante como inevitable, tan dolorosa como misteriosa, no se puede dar una respuesta simple. El conjunto de la fe cristiana constituye la respuesta a esta pregunta: la bondad de la creación, el drama del pecado, el amor paciente de Dios que sale al encuentro del hombre con sus Alianzas, con la Encarnación redentora de su Hijo, con el don del Espíritu, con la congregación de la Iglesia, con la fuerza de los sacramentos, con la llamada a una vida bienaventurada que las criaturas son invitadas a aceptar libremente, pero a la cual, también libremente, por un misterio terrible, pueden negarse o rechazar. No hay un rasgo del mensaje cristiano que no sea en parte una respuesta a la cuestión del mal”(Catecismo de la Iglesia Católica, n. 309).

            Dios pudo muy bien crear un mundo en el que el mal no hubiera podido estar presente. Sin embargo prefirió en su sabiduría crear éste, en que se ha hecho presente elmal moral, el pecado, que entró al mundo por libres decisiones desviadas del ángel y del hombre: mal enormemente más grave que los males físicos, que aparecieron como consecuencia del desorden original: las enfermedades, las destrucciones, los sufrimientos. Dios permite los males con vistas al bien, tal como afirmó San Agustín: “Porque el Dios Todopoderoso (…), por ser soberanamente bueno, no permitiría jamás que en sus obras existiera algún mal, si Él no fuera suficientemente poderoso y bueno para hacer surgir un bien del mismo mal” (Enchiridion 11, 3). Del mayor crimen que ha cometido la humanidad: la pasión y muerte del Hijo de Dios, sacó el máximo bien de la Redención, y de la glorificación de Cristo.

            Estamos en buenas manos; con tal de que procuremos vivir como buenos hijos de Dios: “Todo coopera al bien de los que aman a Dios” (Romanos 2, 28). Él cuida de nosotros con su providencia. “Creemos firmemente que Dios es el Señor del mundo y de la historia. Pero los caminos de su providencia nos son con frecuencia desconocidos. Sólo al final, cuando tenga fin nuestro conocimiento parcial, cuando veamos a Dios «cara a cara» (1 Corintios 13, 12), nos serán plenamente conocidos los caminos por los cuales, incluso a través de los dramas del mal y del pecado, Dios habrá conducido su creación hasta el reposo de ese Sabbat (cf. Génesis 2, 2) definitivo, en vista del cual creó el cielo y la tierra” (Catecismo…, n. 314).

Rafael María  de Balbín (rbalbin19@gmail.com)

HAY UN MOTIVO

Un famoso filósofo de nuestro tiempo ha afirmado que la pregunta más importante y radical que nos podemos hacer es la siguiente: «¿Por qué el ser, y no más bien la nada?».

Dicho con otras palabras: ¿Hay algún motivo, razón o explicación para que exista el universo visible, cuya riqueza y perfección la ciencia está solamente comenzando a atisbar? ¿Cómo se explica la vida y su prodigiosa variedad en el mundo vegetal y animal? ¿De dónde procede el ser humano, persona inteligente y libre?

            La Biblia comienza por unas palabras altamente reveladoras: “En el principio Dios creó el cielo y la tierra” (Génesis 1, 1). Con ello se indica que el Dios eterno ha dado principio a todo cuanto existe además de Él (hay que tener en cuenta que la expresión hebrea de el cielo y la tierra expresa la totalidad de las realidades existentes). Esta revelación bíblica viene complementada por numerosos textos del Antiguo y del Nuevo Testamento, que manifiestan la acción creadora de Dios Padre, por su Hijo que es la Sabiduría personal de Dios: “En Él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra (…); todo fue creado por Él y para Él, Él existe con anterioridad a todo y todo tiene en Él su consistencia” (Colosenses 1, 16-17). A la vez el Credo de Nicea-Constantinopla afirma que la tercera Persona divina, el Espíritu Santo es “dador de vida” y el himno litúrgico Veni, Creator Spiritus le llama “Espíritu Creador”. San Ireneo de Lyon recoge ya en el siglo II la Tradición cristiana, cuando asevera: “Sólo existe un Dios…: es el Padre, es Dios, es el Creador, es el Autor, es el Ordenador. Ha hecho todas las cosas por sí mismo (…), por el Hijo y el Espíritu” que son como “sus manos”.

            ¿Existe un motivo para esta acción creadora? Ciertamente. El Concilio Vaticano I lo expresó diciendo que: “El mundo ha sido creado para la gloria de Dios”. ¿Qué se entiende con esta expresión tradicional? Que el motivo de la creación no es ajeno a Dios mismo, no está subordinado a nada ni a nadie, sino que encuentra sus raíces en su propia sabiduría y amor. Tal como escribió bellamente Santo Tomás de Aquino: “Abierta su mano con la llave del amor surgieron las criaturas”. Es un motivo plenamente generoso y desinteresado. Hablando con propiedad Dios no ganaba nada al crearnos, ninguna perfección que no tuviera ya; en cambio nosotros lo ganábamos todo. Con palabras del aludido Concilio: “En su bondad y por su fuerza todopoderosa, no para aumentar su bienaventuranza, ni  para adquirir su perfección, sino para manifestarla por los bienes que otorga a sus criaturas, el solo verdadero Dios, en su libérrimo designio, en el comienzo del tiempo, creó de la nada a la vez una y otra criatura, la espiritual y la corporal”.

            Ese es el motivo de la creación: “La gloria de Dios consiste en que se realice esta manifestación y esta comunicación de su bondad para las cuales el mundo ha sido creado (…). El fin último de la creación es que Dios, Creador de todos los seres, se hace por fin «todo en todas las cosas» (1 Corintios 15, 28), procurando al mismo tiempo su gloria y nuestra felicidad” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 294).

Rafael María de Balbín (rbalbin19@gmail.com)

ESTADO DE SITIO (Luis Núñez Ladevéze)

 
Algo hemos aprendido 
durante las cuarentenas, 
con los virus desprendidos 
recorriéndonos las venas. 
La ciudad es inocente, 
los médicos, sanitarios, 
militares, operarios, 
enfermeros, buena gente, 
que padecen la imprudente 
gestión gubernamental, 
El abuso de poder 
difunde un nuevo bozal 
que a la libertad desarma. 
Es un modo de ejercer 
que no es constitucional 
en el estado de alarma. 
Es inepcia lo que manda, 
su arrogancia, nuestro mal, 
su verdad, la propaganda, 
lo único que les ablanda 
el cálculo electoral. 
 
Las cuentas, un manantial 
de cuentos carentes de alma 
para tenernos en calma 
y salgamos al balcón 
a mirar a don Simón. 
Las mentiras acumulan 
la estafa que manipulan 
y que encubren su versión 
 
de compras que disimulan. 
No celebremos la fiesta 
que incita a la distracción. 
Protesten nuestras palmadas 
contra vivir una gesta 
de medidas desalmadas 
en esta fase indigesta. 
No faltan alternativas, 
faltan las pruebas masivas 
que pregona mentiroso 
este gobierno mafioso. 
 
Cada decreto un señuelo 
para ignorar los cuidados 
de una profesión en celo. 
Si públicos, si privados, 
imprescindibles los test, 
que son indiferenciados 
en Mercadona, Inditex, 
 
o gracias al corte inglés, 
para sabernos probados. 
Confiscasteis las empresas 
que importaban material 
las hicisteis vuestras presas 
engañando al personal 
expropiando sus remesas. 
Desfigurasteis los datos 
concejales, sindicatos, 
que engarza Rosa Mateo, 
con ayuda de la secta 
 
donde esta cadena infecta 
prefabricó, por cabreo, 
lo más infame y obtuso, 
ese bulo imperdonable, 
para reprobar IFEMA, 
el hospital de la Ayuso 
por ser el mejor emblema 
de sanidad responsable. 
Treinta mil son los despojos, 
parca contabilidad 
falseada por los ojos 
de nueva normalidad. 
Los crematorios constantes 
sin cementerios bastantes, 
que no hay cunetas ni 
 
estantes 
donde llevarlos a todos, 
ni hay suficientes lodos 
para enterrar los sobrantes. 
Una vejez fallecida 
por su edad discriminada 
a ser función de la vida 
habéis dejado arrasada. 
Vosotros, de igualitarios 
solo tenéis la fachada, 
y la tez acicalada 
de talantes cavernarios. 
Progresistas de la nada 
previsteis los calendarios 
para cubrir con sudarios 
de ancianos vuestra escalada. 
 
El feminismo sectario 
nos ha arruinado la vida 
un fanatismo homicida 
con altavoz panfletario. 
A la marcha criminal 
le debemos el registro 
de la ministra al ministro, 
en la fecha seminal 
de protesta contra el garzo, 
fue el ocho, idus de marzo. 
Los virus que germinaron 
las pancartas no los cuentan, 
su número no lo recuentan 
los lemas que congregaron. 
Son focos que los prendieron 
sin distinguir a los machos 
las marchas que reunieron 
féminas y marimachos. 
 
Batisteis todas las marcas 
de habitantes contagiados, 
óbitos muy mal contados 
en registros malversados. 
Ni una señal de dolor 
la corbata roja acata, 
lo que su rostro retrata 
como luto es impudor. 
Ni un minuto para ofrenda 
ni un gesto de pundonor 
ni misas, ni funerales 
ni alusión por tanta afrenta 
 
si declaramos la renta. 
Las víctimas a raudales 
en cementerios desiertos, 
ni criptas en esos huertos 
ni inscripciones personales 
donde enterrar a los muertos. 
 
Llenaréis los tribunales 
para dar cuentas penales 
por tantos delitos ciertos. 
que os sabemos criminales. 
Te presentas comandante, 
guarecido tras tu tropa. 
Vas atrás, no vas delante 
siempre te guardan la ropa. 
Las mandas al matadero 
sin mascarilla ni guante. 
Mentiste con una tesis 
que pasas por doctoral 
tras componer una ascesis 
para hacerte el tribunal. 
Mentiste con el programa 
en la liza electoral 
para hacer un diagrama 
del engaño principal. 
Mentiste mostrando cifras 
que ocultan la bancarrota 
pues si ahora las descifras 
la economía está rota. 
Mentiste sumando en falso 
a tanta muerte escondida 
en sepulcros sin salida, 
 
su salida fue el cadalso. 
Mentiste al subir el gasto 
creando más direcciones, 
que reducirán pensiones, 
al dar al gobierno pasto. 
Y mientes, mientras apruebas 
que intermediarios secuaces, 
inexpertos, contumaces, 
nos abastezcan de pruebas. 
 
En la España confinada 
ya nada resulta inmune 
es la nación colapsada 
donde Podemos reúne 
lo por Sánchez desatado. 
En el palacio de hielo 
de sepulcros hacinado 
hurtaste del luto, el duelo. 
No pasaste a dar consuelo 
nunca estuviste a su lado. 
No hay sentido ni hay 
cordura 
en tu alma descarnada. 
tienes la cara muy dura, 
más pétreo tu corazón. 
Tu voz delata impostada 
la faz deshumanizada 
que veta pedir perdón. 
 
LNL 
 
 
 
 
 

CREADOR

“«En el principio, Dios creó el cielo y la tierra» (Génesis 1, 1). Con estas palabras solemnes comienza la Sagrada Escritura. El Símbolo de la fe las recoge confesando a Dios Padre Todopoderoso como «el Creador del cielo y de la tierra», «de todo lo visible y lo invisible»” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 279).Así como sólo nuestro Padre Dios es Todopoderoso, así también sólo Él es Creador. Cuando decimos de un hombre que es creador o que tiene mucha creatividad, lo hacemos en un sentido figurado. A Dios se debe el origen primero de todas las cosas, que culminará con la creación y santificación del hombre, y el Reinado de Cristo sobre todo el universo. Por eso las lecturas de la Vigilia Pascual, en que se celebra la resurrección y con ella el triunfo de Jesucristo, comienzan con el relato de la creación.

            Estamos aquí ante una verdad fundamental de la fe cristiana. Hay una difundida mentalidad de considerar sólo en superficie la realidad que nos circunda, y esperar de las fuerzas humanas la explicación de la vida y la solución a sus problemas. El progreso científico-experimental y tecnológico, si es mal asimilado, propicia una pretenciosa declaración de autosuficiencia por parte del hombre, y una falta de percepción de sus radicales limitaciones. “La catequesis sobre la Creación reviste una importancia capital. Se refiere a los fundamentos mismos de la vida humana y cristiana: explicita la respuesta de la fe cristiana a la pregunta básica que los hombres de todos los tiempos se han formulado: «¿De dónde venimos?» «¿A dónde vamos?» «¿Cuál es nuestro origen?» «¿Cuál es nuestro fin?» «¿De dónde viene y a dónde va todo lo que existe?». Las dos cuestiones, la del origen y la del fin, son inseparables. Son decisivas para el sentido y la orientación de nuestra vida y de nuestro obrar” (Catecismo…, n. 282).

            Las investigaciones científicas acerca de los orígenes del mundo y del hombre revisten un gran interés. Ellas enriquecen nuestro conocimiento del cosmos, de las formas de vida, de la aparición del hombre. Nos muestran la grandeza admirable del poder divino y a la vez de la inteligencia con la que Dios ha dotado al hombre; tal como afirma el libro de la Sabiduría (7, 17-21): “Fue Él quien me concedió el conocimiento verdadero de cuanto existe, quien me dio a conocer la estructura del mundo y las propiedades de los elementos (…) porque la que todo lo hizo, la Sabiduría, me lo enseñó”.

            El interés por estas cuestiones no es solamente científico-experimental, sino que atañe al sentido total del universo: azar u orden inteligente, necesidad ciega o sabiduría y bondad de Dios, prevalencia del bien o del mal. Además de los antiguos mitos religiosos sobre los orígenes del mundo, encontramos también tesis filosóficas que se oponen a la verdad revelada de un Dios Creador. Así la confusión del mundo con Dios (panteísmo), la afirmación de dos principios supremos del bien y del mal que pugnan entre sí (dualismo, maniqueísmo, gnosticismo), la independencia del mundo con respecto a un Dios lejano (deísmo), la reducción del universo a una materia eterna y autosuficiente (materialismo).

            La razón humana tiene capacidad de llegar por sus solas fuerzas a la existencia de un Dios Creador. Pero afectada por el pecado, la ignorancia y el error, históricamente sólo conoció esta verdad gracias a la revelación divina: “Por la fe, sabemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de manera que lo que se ve resultase de lo que no aparece” (Carta a los hebreos 11, 3).

            En efecto, Dios reveló paulatinamente a los hombres el misterio de la creación: Él es el único Dios que “hizo el cielo y la tierra” (Salmo 115, 15). La revelación del Creador va unida a la Alianza de Dios con los hombres, expresión de su amor y solicitud hacia nosotros. Los tres primeros capítulos del Génesis, el mensaje de los profetas, las invocaciones de los salmos, dan a conocer ya en el Antiguo Testamento el origen y fin del universo y del hombre, el drama del pecado y la esperanza de la salvación.

Rafael María de Balbín (rbalbin19@gmail.com)

La “santísima” dualidad

Mi formación juvenil en la ratio studiorum  de Loyola me llevaba a hacer indebido uso  –como pecador pido perdón a Dios por ello- de repetidas terminologías religiosas y aplicarlas a temas laicos.

Así, cuando vivía en los países del socialismo real, es decir en las dictaduras comunistas, aplicaba el término de santísima dualidad a la práctica perversa que permitía falazmente  al mando único  considerar que había una gran diferencia entre el Estado y el Partido.

Muy preocupante resulta que aquí y ahora (hic et nunc) tengamos muestras de afirmaciones paralelas. No es lo mismo, según hemos oído recientemente, el vicepresidente del gobierno hablando en el ejercicio de su cargo, que en calidad de líder de su partido de extrema izquierda y anti sistema haciendo declaraciones públicas contra las instituciones del Reino de España.

En la República Socialista de Rumanía, que yo viví a finales en los años sesenta y comienzos de los setenta se abrió la primera representación del tardofranquismo en la llamada entonces Europa oriental, lo que se calificaba en los antiguos pasaportes españoles como una de las zonas excluidas para viajar.  Había un sello que rezaba que el documento no era válido para aquellos estados (excepto Rusia y países satélites). Posteriormente, se sustituyó la mención genérica y calificadora por una lista.

La llamada Casa del Pueblo, megalómano edificio que
culminó la ruina de la Rumanía comunista

Yo trabajaba también en la oficina de una dictadura, en calidad de discreto mandado pero sin negar la realidad. Cuando los colegas de las democracias occidentales, que nos trataban con toda cordialidad y simpatía a mi familia y a mí, y también a los griegos, sometidos en aquel entonces a un régimen militar –reitero mi gratitud histórica- me preguntaban por la fiesta nacional de España decía que exactamente lo contrario del 23 de agosto en Rumanía. Allí se celebraba el día de la festividad en conmemoración de la llamada eliberaria din sub jugul fascismului (liberación del yugo fascista),  evidentemente por el glorioso partido comunista. En España era exactamente lo contrario.

Las iglesias pintadas de la Bukovina, Patrimonio de la Humanidad

Pero recojo el hilo de mi aventurilla. Nicolae Ceausescu, “el genio de los Cárpatos”,  “el hijo más amado del pueblo”,  la encarnación del país;  Ceausescu-Romanía, Ceausescu-Romanía se escandaba en rítmicos aplausos en toda concentración voluntaria (asistencia obligatoria). El Conducator   -por cierto la misma palabra de origen latino que Caudillo-  hablaba algunas muchas veces en exclusiva como secretario general del PCR, Partido Comunista de Rumanía y en otras ocasiones como jefe del estado. Eso le contaban a mi jefe, que lo era de la Representación Consular y Comercial de España en Bucarest, cuando inútilmente, pero con fervor correspondiente a su trayectoria y época, acudía a manifestar su disgusto al Ministerio de Relaciones Exteriores por que el “camarada Ceausescu” había insultado a Franco y afirmado que el futuro de España estaba en la Pasionaria, Santiago Carrillo y sus compañeros. 

Tengo todavía el libro de Carrillo  “Ceva fi dupa Franco?”  (¿Qué pasará después de Franco?), publicado y difundido en Bucarest y en todo el país. Por no hablar de la famosa estación pirenaica, radio España independiente, instalada en un barco navegando por el Danubio.

Recibía mi superior la respuesta de que no eran lo mismo las afirmaciones públicas del jefe del estado rumano que las del secretario general del PCR. Debía pensarse que eran dos personas en una, como en mi juventud de jesuitas se creía en el Espíritu Santo que con el Padre y el Hijo formaba la Santísima Trinidad, tres personas en una.

En mi destino diplomático se encarnaban dos presencias en una sola persona. Así forjé  la teoría de la santísima (a veces el calificativo era otro) dualidad.

Boda tradicional en la Rumanía rural

Mas no hay mal que cien años dure y todo terminará, como la pandemia y como acabó la dictadura comunista en Rumanía y en más países. Aspiro, ahora y aquí, a creer que el pueblo español seguirá también a San Ignacio de Loyola y se aplicará la máxima de que en tiempos de tribulación no hacer mudanza. 

¡Qué al salir del túnel sigamos viendo el mismo sol!.

Antonio ORTIZ GARCIA . Embajador de España

«AL ANDALUS EN MARRUECOS», UN PUNTO DE VISTA INÉDITO

Marruecos siempre ejerció un especial atractivo sobre mi inicial imaginario de niño. Pervivió pasada la edad de la inocencia para crecer, de forma determinante, durante el desarrollo de mi actividad profesional y terminó llenando no pocas jornadas de nuestro ocio turístico familiar.

La «Tour Hassan» de Rabat

En el origen estuvieron los recuerdos que mi madre, huérfana de militar profundo conocedor de Marruecos, muerto en 1909 cerca de Melilla al frente de su regimiento cumpliendo una orden del general Marina, nos fue desgranado con sencillez durante nuestra juventud.

Rabat, Casablanca, Marrakech, Fez han sido algunos de los escenarios de mi vida de periodista. En alguna de aquellas jornadas me produjo interés, no exento de cierta indignación, un cartel con un mapa de Marruecos que se extendía, como escalando por la península ibérica, creo recordar que incluyendo Andalucía hasta llegar a los confines del antiguo reino musulmán de Valencia. Como en bastantes ocasiones el gobierno marroquí ha procurado distraer a su opinión pública de los problemas internos activando reivindicaciones sobre los territorios españoles del norte de África y probablemente arrastrado por la inmediatez de los motivos por los que yo estaba en esas fechas en los extremos más occidentales del Magreb, la imagen del susodicho mapa pasó a un segundo plano y quedó allí archivada, pero no por ello olvidada.

Hace no muchas fechas anteriores a la pandemia que padecemos, en uno de los paseos por la librería de El Corte Ingles me llamó la atención un libro de Eric Calderwood; “AL ANDALUS EN MARRUECOS” que lleva por subtítulo “El verdadero legado del colonialismo español en el Marruecos contemporáneo”. Yo en realidad buscaba otro titulado “LA GUERRA OLVIDADA”, que analizaba la de África de 1909 que tuvo trágicas jornadas -toda jornada bélica es trágica-en una de las cuales murió mi abuelo el coronel Venancio Álvarez Cabrera-de Nevares al frente del regimiento Disciplinario e Melilla. Ganó Calderwood porque “La Guerra Olvidada” había desaparecido de los anaqueles y gracias a ese hecho he podido disfrutar de una de las lecturas más interesantes y originales sobre la presencia de España en Marruecos y las consecuencias intelectuales que con motivo de esa relación se produjeron en ambos sentidos.

Calle de la ciudad de Tánger

Calderwood, profesor de literatura comparada y árabe de la Universidad de Illinois, analiza en este libro, con gran detalle y conocimiento de las fuentes, obras literarias que se produjeron con la intención de fundamentar -desde un punto de vista histórico-una continuidad de espíritu entre Al Ándalus y Marruecos y justificar de esta forma la presencia colonial española en el norte de África. El profesor de Illinois encuentra y argumenta, con detallados análisis literarios e históricos, un efecto retroactivo por el que la intensa promoción de la cultura marroquí, realizada por el Protectorado de España en Marruecos, alimentó también las corrientes nacionalistas marroquíes fortaleciendo sus bases culturales primando el origen andalusí sobre las influencias del oriente árabe.

A lo largo de este trabajo que anecdóticamente comentamos aparecen interesantes personajes españoles, marroquíes o de otros países -como por ejemplo Shakib Arslan, príncipe druso libanés residente en Suiza, enamorado de Al Andalus que viajó a España en 1930. Se analiza con lucidez el papel que Blas Infante representa en ese proceso de deslizamiento mutuo de Al Ándalus hacia Marruecos y viceversa y, como de pasada, las opiniones en las que diferenciaba el nacionalismo andaluz del separatismo catalanista.

Una especie de continuidad profunda entre ciudades, territorios, costumbres y culturas extrae hábilmente Calderwood de los autores y procesos que analiza y por la que llega un momento en el que ese mapa que a mi me produjo cierta desazón, podría contemplarse no como una reivindicación geoestratégica de un potencial enemigo vecino sino como la radiografía de una cierta continuidad que ha sido distorsionada y obscurecida por acontecimientos políticos.

Con motivo del Día del Libro, 23 abril 2020, año de la pandemia. (Publicado en «HECHOS de HOY»)

DOLOR POR LA MUERTE DE UNA LIBRERÍA(en el día del libro)

En estos difíciles tiempos no es aconsejable hacer calificaciones. Todos los muertos son iguales, y una vida humana es el mayor de los valores. Un familiar o un amigo que se  va, aunque su recuerdo perviva mientras sigamos en este mundo, es una pérdida irreparable.

Mi condolencia, que por desgracia he tenido que transmitir estas últimas semanas a familiares y deudos de buenos y viejos amigos, se extiende ahora a través de esta ventana a cuantos hayan sufrido una muerte cercana.

No quisiera ofender a mis conciudadanos, pero si deseo expresar también condolencias a los amantes de la lectura y del intercambio de ideas y pensamientos por la desaparición inesperada de una admirable librería. Aunque debo añadir que para mi todas lo son especialmente en la era de la tableta informática, el teléfono celular y demás sucedáneos de la reposada atención a la palabra escrita, hoy sobre papel, ayer en variados soportes. En la biblioteca de Alejandría, cuya sucesora amparada por la UNESCO (organización en la que creo poco al haberla vivido por lo de Roma veduta, fede perduta,) tiene un interesante museo, que presenta  la escritura, sus instrumentos y sus apoyaturas: desde la losa de piedra, la tablilla de arcilla y el papiro hasta el pergamino y el papel. También en nuestra Biblioteca Nacional existe  una admirable exposición similar, pero de menor extensión y piezas que la de la gran ciudad portuaria egipcia, sede de  una de las maravillas del mundo antiguo.

Mi villa recuperada, Madrid, donde resido tras retirarme de la vida laboral y de mi añorado último puesto profesional en 2006, es teatro de mi callejeo; todo esto, antes de la reclusión forzosa y forzada por retrasos e incompetencias. Pero ahora no insistiré.

En mis paseos urbanos pasaba con frecuencia por la calle de Gurtubay, una de las más cortas de la ciudad, entre las de Velázquez y Lagasca. Allí vivía Don Fernando María Castiella. Al asomarme a esta ventana, menciono a su hija Begoña, periodista que ejerce en Atenas la corresponsalía de ABC. Castiella fue digno Ministro de Asuntos Exteriores, aspiraba a que España estuviera en el mundo a pesar de los pecados de la dictadura franquista; apreció y dirigió a una profesión sumisa y vocacional consagrada al servicio del Reino y peleó incansablemente por la españolidad de Gibraltar contra la pérfida Albión. Muy olvidada está nuestra permanente herida histórica. La verdadera reivindicación de la memoria histórica debería ser la de no olvidarla. 

Guardo su regalo de boda que recibí al poco de mi ingreso en la Carrera Diplomática. Es una bandeja de plata como de una cuarta, firmada al dorso, sobre cuatro bolitas y con un delicado esmalte con la fachada del Palacio de Santa Cruz, antigua cárcel de Corte, luego Ministerio de Ultramar y más tarde sede hasta hoy del de Asuntos Exteriores. 

Hay, había, en el número 6 de la calle una tienda de libros con variada oferta y actividad cultural en torno a poesía, cine y variados temas literarios. Allí asistí a alguna presentación de nuevas ediciones. Tenían una página en la red que avisaba a amigos y clientes de su múltiple oferta. Las jóvenes libreras derrochaban simpatía y amabilidad; agradecían visitas y comentarios. En la cercanía del Retiro, la  librería Los editores era otro remanso de paz y  naturalidad, casi naturaleza, intelectual.

Recibo ahora un mensaje por correo electrónico avisándome de su cierre. Mi contacto fue siempre superficial y mis visitas ocasionales. Me siento libre de mencionar aquí mi tristeza al leer  la comunicación el cierre definitivo de la querida librería “los editores”, dadas las circunstancias, y los motivos fáciles de imaginar. Dan las gracias a sus clientes y amigos por estos años maravillosos que hemos compartido.

Con la que está cayendo, parecerá nimio y frívolo dolerse de un desastre económico más, víctima de la pandemia. Pero en un sector tan importante para España como el del libro –no sabemos todavía si habrá Feria en Madrid; en Barcelona ya se ha aplazado- es triste presenciar la defunción de una librería, actividad de riesgo que aunque no salva personas puede curar mentes.

Soñemos con la resurrección y anhelemos para todos la vuelta a la calle, al paseo, y al tacto del papel. Gracias amables libreras. Salud, suerte y esperanza. Espero que vuestro anónimo admirador acuda a la reapertura.

Antonio ORTIZ GARCÍA. Embajador de España

Madrid, 23 de abril de 2020, día de Cervantes

UN RUBENS EN LA CALLE CLAUDIO COELLO, TESTIGO DE LA PANDEMIA

Son las tres y media y luce el sol de la tarde. A estas horas discretas se oye el ronroneo de un camión que va deteniéndose. Me sorprende que lleguen justo el mismo día en el que el estado de alarma se prolonga por primera vez otros quince más.

No es normal que aparquen frente a una sala de exposiciones ahora que están todas cerradas por decreto. Mi sorpresa aumenta cuando oigo que se acerca y va deteniéndose, junto al recién llegado, un segundo camión. Me asomo a la ventana. Compruebo que se trata de dos grandes vehículos cerrados en cuyo dorsal se lee en grandes y preciosistas letras la P. Fioradella S.L..

Martirio de San Andrés, por Rubens (Detalle)

Se instalan en el espacio reservado, no se sabe por qué, a la Fundación Carlos de Amberes. Desde finales del siglo XVI, fue un convento que sirvió de refugio de peregrinos belgas. Se llamaba San Andrés de los Flamencos. En él se resguarda desde tiempo el cuadro del Martirio de San Andrés, de Rubens, joya pictórica del flamenco. El óleo de amplias dimensiones está situado en el altar mayor de la iglesia. En realidad, fue iglesia durante medio milenio, pero actualmente es una sala de exposiciones. Figura como institución privada, pero está subvencionada por la embajada belga. La dirige Miguel Ángel Aguilar, un periodista conocido de la Sexta compañía. A él se debe la reforma interior de la estancia religiosa reconstruidda en el siglo XIX. Decapitaron la cruz exterior que presidía el edificio, templo sacro durante medio milenio. La vieja y perdurable leyenda del hospital que recorría el dintel del frontispicio de la larga fachada neoclásica, ha sido sustituida por la de Fundación Cultural Carlos de Amberes. Evidentemente ya no es lo que fue, un sanatorio para acoger a peregrinos, ni sirve para lo que sirvió, de hospedaje para los peregrinos necesitados.

Fachada de la Fundación Cultural Carlos de Amberes

Se abre la puerta trasera de los camiones. Salen a la calle, protegidas por mascarillas y guantes, cuatro o cinco personas. Se abre la puerta primera de las tres que comunica el recinto con la calle. No la principal, ni la de la izquierda que da a las oficinas. Esta puerta da a un pasillo lateral por el que se accede al patio interior situado tras la iglesia. Espero curioso, a ver cuál es el motivo para vulnerar las disposiciones decretadas. Quiero pensar correctamente y encontrar una utilidad que justifique el quebrantamiento del decreto en el día de su prórroga oficial.

Animado, pensé que podría traer material sanitario, por ejemplo, camillas o útiles para atender a enfermos del vecindario, que no pueden alojarse en clínicas o sanatorios convertidos ya en centros de riesgo. Se les podría aplicar aquí el test que diagnostique el contagio, recibir algún cuidado o una prestación de auxilio. Conozco muchos casos que están en la vecindad en forzosa cuarentena, por prevención o por contagio, que no ha sido confirmado porque no pueden acudir a esos recintos.

Pero no. El que fue hospital de San Andrés de los Flamencos no vuelve para dignificar sus funciones culturales y recuperar transitoriamente su secular tradición de servir como centro hospitalario. Mi esperanza se desvanece y torna en indignación. Los camiones van llenándose de centros de flores agostadas traídos hace un par de semanas para celebrar algún suntuoso festejo en sus dependencias de alquiler. Toda la urgencia queda concentrada en el traslado, desde el interior, de las macetas que se van colocando durante media hora en los camiones. Ocupan el espacio público de estacionamiento que el Ayuntamiento ha reservado a la apremiante labor de la Fundación. En la práctica, es de uso privilegiado de los directivos de una institución privada que solo lo utiliza en dos o tres ocasiones al año con objeto de depositar obras de arte. Los dos camiones encienden sus contactos para salir de nuevo. En acera y calzada quedan regueros de flores caducas y restos de tiestos y de barro. Me temo lo peor. En honor de la verdad mi alarma no queda del todo confirmada. Con mascarilla y guantes alguien barre los restos y los deposita no se sabe dónde. Quedan los restos, pero no regresa para descontaminar con lejía o fumigar ese espacio posiblemente contaminado. A quién pase por aquí habrá que recomendarle que deje sus zapatos en la puerta y calce otros de repuesto si los lleva.

LA MALA PRAXIS COMO TIPO DE GOBIERNO

Al preguntarse González Pons dónde está Europa en la hora del coronavirus, ofreció un servicio al gobierno español. Un discurso enérgico, emotivo y valiente en el que, frente a la contraposición de una Europa del Norte y una Europa del Sur, opuso la Europa burocrática de los eurodiputados que no consiguen entenderse ni con intérpretes, y la Europa de los aplausos y los balcones que se entienden sin discutir aplaudiendo al ejército de sanitarios, investigadores y profesionales que arriesgan su vida para frenar la pandemia. 

¡Que buen discurso si hubiera toda la razón! Pero no son Europas excluyentes. Ambas coexisten. La existencia de una no implica la negación de la otra. También hay una Europa de la austeridad y otra de la mala praxis. Lamentablemente la gestión del gobierno español es un modelo de mala praxis destinado a ocultar su responsabilidad. La mala praxis ha hecho al gobierno rehén de su impotencia para dirigir la lucha contra la pandemia.

La briosa intervención de González Pons no puede encubrir la mala praxis de un presidente que reclama lealtad democrática, sin evitar que los motivos de discrepancia escindan a su propio gabinete. Mientras exige unidad, mantiene vivos los motivos de confrontación social y política que le llevó a ganar una moción de censura inspirada en la mala praxis. Mientras rehúye a la oposición que le tiende la mano, sus propios aliados se encogen de hombros para no patentizar su respaldo en el Congreso. 

La mala praxis se muestra en la exhibición de incompetencia ante la amenaza común. Los curricula de las autoridades responsables se encargan de expresar su incapacidad para hacer frente a una situación de emergencia que exige profesionalidad, conocimiento y ejemplaridad. La mala praxis que esparce el coronavirus un ocho de marzo, continúa impertérrita al comenzar abril. No hay predisposición para solicitar perdón, si no hay autocrítica para el reconocimiento de errores. Sin examen de conciencia no cabe más rectificación que insistir en la mala praxis para enmascarar la realidad.

La mala praxis de hoy es continuación de la mala praxis de ayer. La que gestionó una moción de censura destructiva para llevar a Sánchez a un gobierno interino. Si no fue anticonstitucional, no fue constructiva como reza la Constitución. La mala praxis permitió que el gobierno encontrara respaldo reglamentario en una coalición de partidos que falsificó los motivos que la motivaron. La mala praxis fructifica en el engaño que consuma una alianza para formar un gobierno que contradice el programa que solicitó respaldo electoral. 

¿Hay motivo que invite a Europa a confiar en un gobierno nacido de la mala praxis, urdido a espaldas del electorado, ansioso de aprovechar la lucha contra el coronavirus como campaña de mantenimiento de imagen? La llamada de auxilio de González Pons se desvanecerá entre los balcones mientras este gobierno, rehén de sus propios socios, contradictorio en sus explicaciones, evidencie ante Europa su incapacidad para liderar una gestión solvente y realista. 

Los reproches a Europa se devalúan mientras persistan los motivos para desconfiar de la administración si hubiera aportación de recursos. La laxitud arrastrada desde su condición de gobierno interino no ofrece garantía para ser atendido ahora por Europa. Mala praxis es la incapacidad manifiesta para asumir errores obvios. Mala praxis es el constante desvío de la atención sobre las responsabilidades propias hacia las competencias de las instituciones autonómicas. Mala praxis es la ocultación de datos, la filtración de información, la campaña de persuasión periodística, la pugna interna con socios cuya existencia deja bajo sospecha al gobierno en su conjunto.

No hay motivos de confianza allí donde no hay ejemplaridad en el testimonio, templanza en el liderazgo, ni diligencia en la gestión. Es mala praxis llamar a la unidad mientras se excita a la confrontación, no aceptar la mano que puede unir por haber aceptado previamente la mano que divide a los españoles. La mala praxis ha renunciado a las competencias para hacer recaer la responsabilidad en las instituciones del Estado subordinadas a la autoridad central. La mala praxis dicta normas que aparentan contundencia sin contraer obligaciones. Reglamentación inconcreta, ambigua e imprecisa.

Europa tiene motivos para recelar de un gobierno que despilfarra sus propios recursos. Esa mala praxis está instalada en el sillón gubernamental. Como el gobierno es incapaz de marcar la agenda al coronavirus, va dando tumbos por la senda que el coronavirus le marca. Pero hay que salvarse, como sea, de este trágico desgarro. González Pons colaboró con un gesto que había anticipado dos veces Casado en el Congreso. Ofrecer una ayuda inmerecida a Sánchez para marcar una agenda que ahora ya no es de una quincena, ni de un mes, acaso de un trimestre. El gobierno ni oye ni escucha, mientras habla de unidad, porque Sánchez solo da señales de comprometerse con su manual de resistencia. 

Se acerca el momento en que la tabla de salvación a la que pueda agarrarse Sánchez para ganar credibilidad en Europa y en España sea tomar la mano tendida por la oposición democrática y constitucional. Pero no bastarán ya los gestos. La mala praxis solo puede regenerarla la ejemplaridad. España necesita un liderazgo ejemplar. Si el PP, Vox y Ciudadanos están dispuestos, no a dar un golpe de efecto, sino un golpe de ejemplo, tendrían que hacer valer ante los ciudadanos una renuncia de sus haberes para engrosar una cuenta de gasto para el coronavirus. Por supuesto que no es una solución. Pero sería una lección, el gesto ejemplar de que la austeridad se predica y se practica. González Pons podría empezar con un porcentaje de sus honorarios de eurodiputado. Y si antes o tras él, fueran los demás, tendríamos motivo para confiar en el porvenir.